La higiene de nuestros hijos: Consejos y hábitos esenciales

El cuidado de nuestra salud engloba varias facetas: el descanso, la alimentación, hacer deporte…y muy importante: cuidar nuestra higiene. Como en todo, adquirir hábitos correctos y saludables es fundamental. Y conviene hacerlo desde edades bien tempranas para que los niños sean conscientes de su importancia y sigan los consejos y rutinas adecuadas.

El primer paso será que nuestro hijo disponga de todos los utensilios y productos necesarios para el aseo. Hablamos de cosas básicas como un peine, un cepillo de dientes con su pasta dentífrica, una toalla propia, su gel y champú, su colonia, etc. Es importante que lo reconozca como suyo y lo tenga en cuenta, tanto para utilizarlo como para guardarlo.

A partir de aquí habrá que acostumbrarlo a seguir unas rutinas y costumbres esenciales que, por desgracia, los mayores en muchas ocasiones no hacemos. En ese sentido convendrá que los padres os apliquéis para predicar con el ejemplo, como se suele hacer. La primera de ellas será lavarse las manos y las uñas para evitar la transmisión de infecciones. Recordar que los niños están gran parte del día manipulando objetos, jugando con otros niños y tocándolo todo, por lo que esta rutina es imprescindible.

Hay que enseñarles a lavarse correctamente con agua y jabón, sobre todo antes de manipular alimentos y comer, después de tocar animales, antes y después de ir al baño y, por supuesto, cada vez que estén sucias. Es recomendable empezar este hábito y rutina entre los 12 y 18 meses, ayudándolos para que poco a poco lo puedan hacer ellos de forma autónoma.

Si les pedimos que se laven las manos, no podremos pedirles menos con el resto de su cuerpo. Obviamente no es necesario que se duchen varias veces al día, pero sí que se familiaricen cada día con el baño, asociándolo con algo no sólo necesario sino también divertido. Poco a poco hay que mostrarles como frotarse y lavarse cada parte de su cuerpo para que vayan adquiriendo autonomía. Es preferible que el baño sea por la noche y a la misma hora, antes de la cena.

Lo mismo sucede con el cabello. No sólo se trata de que lo lleven limpio, sino también cepillado y aseado. En este punto habrá que estar más atentos para que lo hagan de manera correcta, protegiéndole los ojos. En el caso de las niñas, habrá que mostrarles todos los productos que suelen utilizar las mujeres al llevar el cabello más largo (por regla general), como mascarillas, acondicionadores…si bien esto último puede esperar a que tenga una edad más avanzada.

En cuanto a los dientes, conviene cepillárselos  después de cada comida. Es un hábito esencial que muchos jóvenes y adultos no siguen pero que les ayudará desde bien pequeños a prevenir caries, mal aliento y posibles enfermedades. Sobre los 18 meses podemos ir enseñándoles solo con el cepillo para que vayan tomando contacto y a partir de los 3 años pueden utilizar pasta de dientes especial para niños. Los dentistas aconsejan que el proceso dure alrededor de 10 minutos.

Las Redes Sociales: ¿Un peligro para nuestros hijos?

Es de ciegos y sordos, por no decir necios, el negar la importancia que tienen hoy día las redes sociales, tanto para mayores (adultos) como para adolescentes y niños. Su presencia y utilización está tan extendida que para muchos se han convertido en un bien de primera necesidad, una adicción de la que que no se pueden desprender o prácticamente una religión que profesar, con la facilidad que para ello nos dan los teléfonos móviles.

La cuestión no es tanto si utilizarlas o no, sino cómo hacerlo, especialmente si hablamos de menores. Ya sabéis que todo lo que subamos a la red queda registrado en ella, perdiendo el control que podemos tener sobre un material sensible y que puede ser utilizado con otros fines a los que en su momento tuvimos cuando los compartimos con familia o amigos a través de Facebook, Instagram o Youtube, por citar algunas de las redes más conocidas. Ante ello, los expertos aconsejan tomar una serie de precauciones para evitar situaciones desagradables que no acertaremos a controlar y de las que ni tan siquiera podemos percatarnos hasta que pueda ser tarde.

La primera medida a tomar es hablar con los propios niños para hacerles comprender la situación. Ellos mismos serán el mejor filtro si logramos su compromiso y responsabilidad, lo que siempre no resulta fácil. Asimismo debemos tomar otras medidas básicas como no permitir que compartan fotos en situaciones comprometidas, ya que existe un principio universal a partir del cual nadie puede usar nuestra imagen sin nuestro consentimiento y si así lo hace debe responder, desde lo jurídico, por los daños causados.

En general las redes sociales proveen mecanismos para eliminar contenido; una foto que posteamos en Instagram o un comentario hecho en Twitter, por ejemplo.  Incluso Facebook proporciona mecanismos on line para denunciar este tipo de situaciones que son consideradas por sus moderadores Pero aunque el contenido desaparece de la vista de otros, siempre permanece en el servidor de la empresa que puede utilizar esa información en el universo del big data.

Pero más allá de las posibilidades que ofrecen las propias redes sociales la educación que les demos a nuestros hijos será fundamental para sensibilizarnos sobre los posibles peligros y lograr que sean responsables y conscientes de lo que suben a internet. Ahora bien, para ello los propios padres, los adultos, debemos aplicarnos y hacer que cunda el ejemplo. Nos referimos a la moda de compartir fotos de nuestros hijos en las redes. En este sentido, y respetando siempre la libertad de cada individuo, se recomienda prudencia con las imágenes que subimos de nuestros hijos así como no proporcionar información a terceros que permita individualizar sus costumbres, sus colegios y sus hábitos. Recordad que existen ‘cazadores’ de niños y adolescentes en línea. No se lo pongamos fácil.

Videojuegos: Cuándo, Cuánto y a qué jugar

Los expertos reiteran que el juego es el mejor medio que tienen los niños para aprender destreza y habilidades cognitivas de todo tipo. Los videojuegos son un tipo más de juegos. Por tanto no conviene demonizarlos pero tampoco resignarnos a que sean el único modo de juego del niño, ni siquiera al que dediquen más tiempo.

Lo que está claro es que los tiempos y la sociedad han cambiado respecto a nuestra época. Por tanto, hoy en día, prohibir o evitar por sistema que los niños jueguen con dispositivos electrónicos no tiene sentido alguno, como tampoco lo tiene evitar que, a una determinada edad, nuestros hijos tengan un teléfono móvil. Al contrario, si el niño no participa de ese entretenimiento, será considerado raro por los demás y en algunos casos será rechazado. Por tanto, debemos ser realistas y centrar nuestros esfuerzos, como padres y educadores, en aconsejar e influir cuándo, cuánto y a qué.

Horarios: cuándo deben jugar

Después de cenar y en el periodo previo a irse a dormir, no se debe jugar, pues se estimula el cerebro y por lo tanto el cuerpo, lo cual va en contra del proceso fisiológico del sueño.

Tiempo: Cuánto deben jugar

Como ya se ha dicho, siempre debemos dar preferencia al juego al aire libre. Si los niños realizan este tipo de juegos con normalidad, no debería preocuparnos que jueguen con videojuegos en otros momentos. De 3 a 12 años, lo recomendable es dejar jugar a los niños entre una y dos horas máximo al día, sobre todo durante los fines de semana. Al menos eso es lo que recomienda la Asociación Pediátrica Americana. Ahora bien, a partir de esa edad el límite dos horas será ciertamente complicado de mantener. Por todo ello, es necesario poner normas en cuanto a que días y horas se puede jugar. Y no romperlas.

Temática: A qué deben jugar

A la hora de comprar un videojuego, hay que tener en cuenta su clasificación según el contenido. Al igual que las películas, los videojuegos tienen marcada cuál es la edad mínima para poder jugarlo. En España se sigue la normativa europea PEGI (Pan European Game Information), que establece la edad mínima aconsejable para cada juego. Antes de los 3 años los niños no muestran interés por los videojuegos, ya que no disponen de las habilidades cognitivas suficientes. A partir de esta edad lo recomendable son juegos donde el objetivo sea construir cosas sencillas, identificar animales o desarrollar habilidades de lecto-escritura, ya que a esa edad empiezan con ese aprendizaje en la escuela. Será también recomendable que los padres juguéis con ellos.

Al cumplir los 7 años los niños comienzan a ser más autónomos y poseen más habilidades cognitivas, por lo que los juegos tienen una mayor dificultad, exigen más atención y tiempo. ¡Atentos para que no se enganchen demasiado! Existen juegos recomendables de construcción, como Minecraft en su versión educativa o Lego Worlds. Son juegos muy libres, donde se puede hacer cualquier tipo de construcción, lo que fomenta la imaginación.

A partir de los 12 años la realidad cambia puesto que el niño ya es capaz de sostener la atención y concentrarse mucho tiempo. Por lo tanto ya adentrarse en juegos de alto nivel, tanto de habilidad como estrategia.

La frustración: un sentimiento necesario para madurar y crecer

Como padres, probablemente pocas cosas nos duelan más que ver a nuestros hijos enfadarse o sufrir por algún motivo. Pero la frustración que generan determinadas situaciones adversas es necesaria para que el niño experimente esta sensación, aprenda lo que es bueno y malo en la vida y sea capaz de elaborar recursos. La frustración es el camino de la inteligencia, la llave de la inteligencia, sostienen los psicólogos y pedagogos.

Los niños que no se frustran no aprenden en la vida, donde se van a encontrar con circunstancias difíciles. A buen seguro que, en algún momento de su niñez o adolescencia, se encuentran con situaciones complicadas que deben resolver solos, sin la posibilidad de recibir la ayuda de nadie. Y aquellos que no hayan elaborado previamente unos recursos necesarios para afrontar esta realidad lo pasarán muy mal para salir hacia delante.

Los psicólogos subrayan que la frustración, además de ser un sentimiento inevitable es, en muchos momentos, también una sensación necesaria. No podemos demonizarla sino que, como padres, debemos dar un giro de 180 grados y cambiar radicalmente nuestro punto de vista para ayudar a los niños a convivir con ella y superarla.

¿Qué tal un poco de sentido del humor?

Una buena estrategia para ello es hacer servir el sentido del humor. Con una sonrisa, una frase ingeniosa, una mueca cómplice sostienen los expertos que podremos restarle importancia al asunto, relativizarlo, aprender de él y superar esa sensación de fracaso. La frustración nos hace más personas, más humanos, más justos, más inteligentes. Por tanto hay que dejar que se frustren pero ayudándoles a superarlo.

La importancia de la inteligencia emocional

Relacionado con ello están algunos conceptos como inteligencia, la cual no es siempre sinónimo de conocimiento. Inteligencia es disponer de las habilidades y recursos necesarios para vivir: lo que se conoce como inteligencia emocional. Ello se adquiere cuando uno se conoce, se acepta y es capaz de sacar lo mejor de sí mismo. Debemos ayudar a nuestros hijos a que se conozcan mejor, sepan reaccionar y también se valoren. Que aprendan a escuchar, a razonar, a pensar…a vivir. Si nos conociéramos más seríamos más sociables y menos manipulables.