Cómo saber si tu hijo es adicto a los videojuegos…

Si no todos, una gran cantidad de niños, adolescentes y jóvenes han jugado o juegan periódicamente a los videojuegos. Recientemente la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha incluido la adicción a los videojuegos como una enfermedad, en concreto como una patología de tipo mental, lo que debe alertarnos sobre el peligro real de estos dispositivos electrónicos y audiovisuales.

Es cierto que jugar a los videojuegos no implica necesariamente que nuestro hijo esté enganchado a los mismos o que sean adictos. ¿O sí? ¿Cómo saberlo? Aquí tenéis algunos síntomas característicos que presentan con una la adicción a los videojuegos:

El principal indicador, y que se puede observar claramente, es la existencia  de un comportamiento tanto compulsivo como impulsivo, lo que se muestra jugando el niño o adolescente juega y cuando hace otras cosas distintas. En el momento en que sea incapaz de concentrarse en otra actividad y requiera el contacto con los videojuegos habremos de sospechar que podemos estar ante un adicto.

Otro signo es una irritabilidad notable en el comportamiento, lo que puede desembocar en una crisis de ansiedad y episodios agresivos. Cuando el jugador no puede conseguir su anhelo, que es jugar, puede volverse agresivo.

En tercer lugar, una falta de control a nivel social. Jugar a los videojuegos es la prioridad, por encima de los estudios, de los amigos o de otro tipo de actividades. Necesitan jugar a este tipo de juegos, ya sea con el ordenador, la videoconsola o ahora, incluso, con los móviles.

En cuanto a los efectos de este tipo de adicción, catalogado ya como enfermedad mental, se encuentran afectaciones de tipo neuronales muy importantes así como una evidente pérdida de actividades cognitivas, sin olvidar la incapacidad de comunicarse o una alta posibilidad de sufrir el fracaso escolar.

No es menos cierto que no todos los juegos son iguales, aunque muchos de ellos (para enganchar) se basan en enfrentamientos entre jugadores utilizando una realidad virtual donde la destrucción del adversario es el principal objetivo. Una temática que no ayuda en exceso a la educación y la adquisición de buenos hábitos sociales para vuestros hijos.

Tomad nota y evitar  que sea demasiado tarde. Es un consejo del blog de Xiquets.net, la web-revista de las familias de la Marina.

Mi hijo no para de jugar al Fornite: ¿Qué puedo hacer?

Seguro que habréis oído hablar del ‘Fortnite. O posiblemente estéis ‘hasta el gorro’ de escuchar a vuestro hijo mencionarlo o jugar a él. Fornite hace mención al nombre de un juego de consola que está causando furor entre niños y adolescentes. De hecho, está arrasando entre los escolares a partir de 7 años y monopoliza conversaciones, bromas, situaciones y representaciones en muchos hogares y patios de colegio.

Se trata de un juego de supervivencia, donde compiten hasta 100 jugadores en línea,  y en que solo puede quedar un jugador vivo, así que se trata de matar a todos los demás. El peligro del juego, además de su contrastado carácter violento por los contenidos y lo que representa, reside en su carácter gratuito, ya que basta con descargarlo en cualquier dispositivo para poder jugar. Además, se ha vuelto tan popular que cuenta con el apoyo de muchos famosos de todo tipo, incluidos gamers profesionales que ganan más de medio millón de euros subiendo a Youtube sus partidas.

La adicción que entraña (como podéis constatar no sólo por las conversaciones de vuestros hijos, sino también por las horas que le dedican ante la pequeña pantalla) o la agresividad que se desprende de las situaciones que aparecen en la pantalla) se añaden otros problemas derivados de este tipo de videojuegos  el tema de la Seguridad (desconocemos la identidad de muchos de los jugadores con los que pueden compartir el juego nuestros hijos por las mismas características del Fornite), el sedentarismo o la obesidad, que aparecen como efectos secundarios ocasionados por todas las horas que invierten en el (sin olvidar cuestiones como las malas posturas o el cansancio visual) y problemas de socialización (los niños ya no hablan cara a cara sino a distancia y por medio de auriculares.

Ante esta realidad, ¿Cómo pueden actuar los padres?

Lo primero que podemos y debemos hacer es limitar el uso de tiempo que emplean con la videoconsola. Para ello os recomendamos que negociéis con vuestros hijos: Se debe intentar llegar a un consenso, como dejarle terminar la partida (suelen durar una media de 20 minutos) si a cambio deja la consola sin protestar, o no la coge al día siguiente… Así verá que le entendemos, porque abandonar el juego en medio de una, significa dejar a sus compañeros en la estacada y perderán todos los puntos que hayan ganado durante ese encuentro. Eso enfadará mucho al hijo, así que mejor programamos el tiempo para advertirle que “esa partida, será la última del día”. Y todos salimos ganando.

El tema de la seguridad: Convendrá explicarles los peligros que implican compartir cualquier tipo de datos con esos jugadores desconocidos que le asocia el juego cuando no está en un equipo con los amigos.

Y, en tercer lugar, evitar las compras no deseadas. Recordad que en las consolas y móviles hay que configurar la seguridad en las compras para que los menores no puedan acceder sin permiso. Porque el juego no pone barreras. Si tienes una tarjeta de crédito activa y ninguna restricción de seguridad en la consola o en el móvil, la compra no es problema ninguno.

¿Y si nuestro hijo coge la Gripe? Como tratar y aliviar los síntomas

Con la llegada del invierno, y especialmente tras las vacaciones de Navidad, suele aparecer en el horizonte el virus de la gripe. Prácticamente no falta nunca a su cita. Comienza a manifestarse progresivamente y el virus va contagiándose, afectando especialmente a los sectores más vulnerables de la población: niños y personas mayores.
Como hemos dicho, la gripe es un virus (y por tanto, no se cura con antibióticos). Ante los primeros síntomas, no debéis dudar en llevar a vuestros hijos al médico antes de optar por la automedicación. Tras acudir al facultativo, sí es cierto que además de seguir sus indicaciones podemos tomar algunas medidas para que nuestro hijo se sienta algo más aliviado, considerando que la gripe necesita reposo y unos días para ser superada, fundamentalmente.

Ante la congestión nasal, que es uno de los síntomas más frecuentes, están los aerosoles o gotas nasales de agua salada o soluciones salinas. Para los bebés se puede usar un succionador con pera de goma para extraer las gotas o el aerosol adicionales. También podemos colocar un humidificador de vapor frío (también conocido como vaporizador) en la habitación de nuestro hijo para ayudarle a mantener las secreciones nasales más húmedas y permitir que respire mejor. Acordaros de limpiar y secar el humidificador muy bien todos los días para evitar la contaminación con bacterias o moho.

Si hablamos de aliviar la tos, podemos optar como remedio casero por la miel (evitar con los niños menores de un año). Una cucharadita de miel para los niños de 6-11 años o dos cucharaditas, a partir de los 12, puede ayudar a detenerla momentáneamente. Recordad también que si le dais miel a vuestro hijo antes de que se acueste, debe cepillarse los dientes. También hay caramelos o pastillas para la tos, pero siempre a partir de cuatro año; nunca antes.

Los ungüentos mentolados también son un clásico, siempre y cuando el niño sea mayor de 2 años. Para suministrarlo habrá que frotar una capa gruesa en la piel sobre el pecho o parte delantera del cuello (área de la garganta). El calor del cuerpo ayuda a que el medicamento se disipe en el aire poco a poco. El niño respira este aire que lo ayuda a aliviar la tos para que pueda dormir. Después de usar el medicamento, poner el frasco con el medicamento fuera del alcance de los niños.

Ante cualquier duda o para el uso de medicamentos, conviene consultar antes y siempre con el médico o el farmacéutico, que son los profesionales que saben del tema y nos ayudarán. Paciencia, descanso, beber muchos líquidos y mucho cariño. Estos son los principales ingredientes para curarse de la gripe. Aunque si no la cogemos, casi que mejor.

¿Cuándo debería comprarle a mi hijo un teléfono móvil?

Es inevitable y puede ser que también conveniente que mi hijo tenga un teléfono móvil. Ahora bien, ¿Qué uso le va a dar? Y, sobre todo, ¿A qué edad se lo compro?

Ciertamente dejarles el teléfono móvil a los niños desde muy corta edad se ha convertido en una escena muy habitual entre familias de todo el mundo. El problema, tal y como apuntan muchos pediatras, es que un teléfono no es un juguete, por lo que no pueden ni deben hacer el mismo uso de este dispositivo del que hacen con sus juegos tecnológicos.

La necesidad de socialización suele ser una de las razones para que un niño de 12 años insista en tener un teléfono móvil. Todos los amigos, o muchos de ellos, tienen uno, lo que implica que nuestro hijo también quiera el suyo para no ser menos y evitar sentirse excluido.

Esta especie de cambio social aparece justo cuando empieza la adolescencia. Y es en este punto cuando es importante analizar las razones que justifican por qué queremos darle un teléfono móvil: si realmente lo necesita o si estamos cediendo ante una presión social.

Además, la pregunta no es tanto a qué edad, sino saber qué tipo de dispositivo darle. Y siempre establecer reglas antes de suministrarle el aparato. Con un niño de 14 o 15 años es más difícil poner límites, pero con uno de 12 aún llegamos a tiempo y puede resultar más sencillo.

Por ejemplo, su primer teléfono móvil no tiene por qué tener acceso a internet. Es una característica que podemos regular desde el principio e, incluso, negociar con nuestro hijo para que sólo pueda conectarse al wifi de casa durante un determinado tiempo o franja horaria.

Asimismo también es conveniente que a determinadas horas, como las del desayuno/comida/cena, no haya ningún aparato sobre la mesa. Y que apaguen el teléfono móvil antes de irse a dormir. Los especialistas puntualizan que la luz azul del teléfono tiene un efecto negativo en las hormonas que garantizan un sueño profundo. Ningún niño puede rendir bien al día siguiente si no ha dormido bien por la noche.  Tampoco habrá que dejarle que descargue ciertas aplicaciones ni que lo utilice para jugar.

Resumiendo, os dejamos algunas pautas a seguir:

  • Dejar a un lado los prejuicios: no todos los niños son iguales.
  • Buscar el momento adecuado: no lo ofrezcas como un regalo, sino como algo que le prestas.
  • Configurar el teléfono adecuadamente: con una cuenta de usuario en la que el niño esté dado de alta como menor, de manera que necesite tu aprobación cada vez que quiera descargarse una aplicación.
  • Establecer normas y hablar más: no se trata de prohibir, sino de establecer reglas de uso y educarles en el uso de la tecnología.

La clave consiste en no darles a los niños demasiada autonomía y en educarles para que aprendan a gestionar la tecnología a la que les damos acceso.

La vuelta al cole después de Navidad

Llegó Papá Noel, el año nuevo, los Reyes Magos…y volvemos al trabajo….y al cole. Tras unos días de vacaciones, compromisos, descanso y algún que otro exceso, es hora de volver a la necesaria pero temida rutina. Nosotros, los mayores, y los peques, que regresan a la escuela. No resulta fácil y necesitarán para ello unos días de adaptación (se habla de aproximadamente 20 días), aunque si tomamos algunas medidas este proceso será más corto y sencillo para todos.

¿Cómo volver a la rutina tras las vacaciones de Navidad?
Uno de los mandamientos fundamentales es acostarse y levantarse temprano un par de días antes de la vuelta al cole para ir acostumbrando al cuerpo. También se recomienda mantener la hora del baño, que relaja a los niños antes de la cena y los prepara para meterse en la cama. Por eso, conviene a esa costumbre de duchase cuando los niños hayan terminado de jugar o de hacer los deberes, antes justo de cenar. Si lo hacéis a otra hora, también, siempre y cuando se recupere la rutina anterior a las vacaciones.

Otra de las costumbres a recuperar es evitar hacer los deberes justo el día antes de volver al cole para evitar estrés y que se acumulen los trabajos en exceso. Lo recomendable es haberlos hecho progresivamente durante las vacaciones o, al menos, no a última hora. Esta norma vale para el resto de días y semanas. La organización es fundamental para que los niños destinen parte de su tiempo libre a la realización de las tareas y deberes del cole, combinándolo con el necesario tiempo de juego o las posibles actividades extraescolares.

Otro consejo útil es ayudar a nuestro hijo a que se ordene sus cosas y acostumbre a mantener ese orden. La colocación y preparación de la mochila, hacer su cama, mantener ordenada su habitación y limpio su escritorio, tener la ropa colgada en su sitio y los juguetes apilados o guardados…son prácticas que conviene asentar para que no las olvide y queden asentadas.

Y, por último, constancia y paciencia, que son la fórmula mágica para muchas cosas. También para tratar con los niños. Sin olvidar la disciplina y una buena dosis de cariño. Desde el blog de Xiquets.net desearos un ¡Feliz 2019!