La frustración: un sentimiento necesario para madurar y crecer

Como padres, probablemente pocas cosas nos duelan más que ver a nuestros hijos enfadarse o sufrir por algún motivo. Pero la frustración que generan determinadas situaciones adversas es necesaria para que el niño experimente esta sensación, aprenda lo que es bueno y malo en la vida y sea capaz de elaborar recursos. La frustración es el camino de la inteligencia, la llave de la inteligencia, sostienen los psicólogos y pedagogos.

Los niños que no se frustran no aprenden en la vida, donde se van a encontrar con circunstancias difíciles. A buen seguro que, en algún momento de su niñez o adolescencia, se encuentran con situaciones complicadas que deben resolver solos, sin la posibilidad de recibir la ayuda de nadie. Y aquellos que no hayan elaborado previamente unos recursos necesarios para afrontar esta realidad lo pasarán muy mal para salir hacia delante.

Los psicólogos subrayan que la frustración, además de ser un sentimiento inevitable es, en muchos momentos, también una sensación necesaria. No podemos demonizarla sino que, como padres, debemos dar un giro de 180 grados y cambiar radicalmente nuestro punto de vista para ayudar a los niños a convivir con ella y superarla.

¿Qué tal un poco de sentido del humor?

Una buena estrategia para ello es hacer servir el sentido del humor. Con una sonrisa, una frase ingeniosa, una mueca cómplice sostienen los expertos que podremos restarle importancia al asunto, relativizarlo, aprender de él y superar esa sensación de fracaso. La frustración nos hace más personas, más humanos, más justos, más inteligentes. Por tanto hay que dejar que se frustren pero ayudándoles a superarlo.

La importancia de la inteligencia emocional

Relacionado con ello están algunos conceptos como inteligencia, la cual no es siempre sinónimo de conocimiento. Inteligencia es disponer de las habilidades y recursos necesarios para vivir: lo que se conoce como inteligencia emocional. Ello se adquiere cuando uno se conoce, se acepta y es capaz de sacar lo mejor de sí mismo. Debemos ayudar a nuestros hijos a que se conozcan mejor, sepan reaccionar y también se valoren. Que aprendan a escuchar, a razonar, a pensar…a vivir. Si nos conociéramos más seríamos más sociables y menos manipulables.