¿Por qué es importante implicar a los niños en las tareas del hogar?

Los niños, como tales, además de jugar y divertirse también tienen una serie de responsabilidades a las que deben hacer frente. La principal es ir al colegio a estudiar y aprender, pero también hay otras tareas importantes a las que deben contribuir, caso de las tareas del hogar,a las que no deben ser ajenos. Todo lo contrario: cuanto más pronto les enseñemos y mentalicemos, más fácil será habituarlos a colaborar en casa y más familiarizados estarán con este tipo de trabajos a los que, cuando sean adultos, deberán hacer frente con mucha asiduidad.

Ello no solo les ayudará a ser más disciplinados y seguir las normas sino que también contribuirá a que ganen en autonomía e independencia.

Beneficios de implicar a los niños en las tareas del hogar

Varios son los beneficios que tiene implicar a los niños en las tareas del hogar, aunque siempre con un límite y haciéndoles ver que se trata no sólo de una obligación, sino también de una tarea que además de necesaria puede ser divertida y que ayudará también a compartir tiempo en casa. Entre los beneficios destacamos:

-Fomenta la seguridad en sí mismo. El hecho de que los padres pidan a sus hijos que les ayuden en las tareas domésticas representa mucho para los niños. Los pequeños lo percibirán como un gran gesto de confianza y se sentirán valorados por sus padres, lo cual estimulará la seguridad en sí mismos y su autoestima.

-Facilita la instauración de hábitos. Los hábitos son muy importantes en la vida de los niños ya que no solo les permiten organizarse mejor sino que también les hacen sentir más seguros. Además, se ha encontrado que los pequeños que siguen hábitos en el hogar suelen tener un mejor rendimiento académico ya que tienden a tener un mayor desarrollo de su pensamiento lógico.

-Desarrolla las habilidades motoras. Hacer la cama, ordenar los juguetes, vestirse o poner la mesa son ejercicios excelentes para estimular el equilibrio y la coordinación motora de los niños

-Estimula la capacidad de colaboración. Cuando los niños se saben partícipes de las tareas del hogar sienten que forman parte de un equipo. Esta sensación de pertenecer a un grupo y de poder colaborar con el resto de los miembros de la familia desarrollará su capacidad para seguir instrucciones y su habilidad para trabajar en grupo.

-Potencia el sentido de organización. Se ha demostrado que los niños que participan desde pequeños en las tareas del hogar suelen ser más organizados en comparación con quienes no lo hacen hasta una edad avanzada.

Llevar a los niños enfermos al cole…¿Sí o No?

Suena el despertador y nuestro hijo no se levanta. Nos percatamos de que no tiene buena cara. Al revés, parece que está enfermo o, al menos, no se encuentra bien. Le ponemos el termómetro para ver si tiene fiebre y comprobamos que únicamente tiene algunas décimas. Y ahora viene la duda: ¿Qué hacemos? ¿Lo llevamos al cole o lo dejamos en casa?

Se trata de un tema delicado tanto para las familias como para los colegios, que en muchas ocasiones se encuentran con niños que llegan enfermos de casa y que, con el paso de las horas, van empeorando.  En este sentido los educadores defienden que el niño siempre se quede en casa con fiebre -aunque tan solo tenga unas décimas- para evitar contagios innecesarios a otros alumnos y a las propias educadoras; una parte importante de los padres están de acuerdo con esto para evitar infecciones, pero hay algunos otros que ante esta situación terminan llevando al niño al cole.

¿Por qué lo llevamos al cole aunque esté enfermo?

Entre los motivos que fuerzan a muchos padres a tomar esta decisión encontramos la falta de recursos para hacerse cargo del pequeño enfermo. No poder echar mano de los abuelos o carecer de alguna persona de confianza para que se haga cargo del niño son algunas de las causas más habituales. Hablamos, por regla general, de familias donde tanto el padre como la madre trabajan fuera de casa y tienen muy complicada la conciliación de ambas cuestiones, especialmente sin haberlo planificado con tiempo. En otros casos, la cuestión es que apenas si se le da importancia a las décimas de fiebre o a esos primeros síntomas que presenta el pequeño, pese a que los mismos pueden acentuarse. En este último término, los padres suelen restar poca importancia a estos síntomas porque creen que la patología no es suficiente.

Un punto de vista esencia en este asunto es la de los médicos. Los profesionales de la medicina, por regla general, sostienen que cuando el termómetro marca 38 grados de temperatura es fiebre para todos, pequeños y adultos, con independencia de que la temperatura basal -la más baja del cuerpo en reposo- sea más baja en los menores que en los adultos. Según los expertos no existen niños de fiebres bajas, sino que lo que sí existe es la fiebrefobia, es decir, un excesivo miedo y preocupación por parte de los padres ante un mecanismo de defensa normal de nuestro organismo, explican los pediatras, que al respecto aclaran que la aparición de la fiebre durante los primeros años de vida es fundamental para ayudar a fortalecer la inmunidad del niño.

Por tanto, los pediatras recomiendan acudir al hospital solo cuando el niño tenga más de 40 grados; lleve cuatro días con síntomas o tengan menos de tres meses de vida.

Los niños y el móvil: ¿Cuándo es recomendable comprarles el primer teléfono?

El que los niños tengan o no tenga móvil y a qué edad es más recomendable comprarles su primer Smartphone es una de las cuestiones que está a debate en la sociedad de hoy día, en la que las nuevas tecnologías en general, y los móviles, en particular, se han convertido en imprescindibles en buena parte de nuestra vida diaria, básicamente por la mensajería instantánea y la posibilidad de conectarse a internet (webs, redes sociales…).

Lo cierto es que no hay un consenso claro entre los expertos a la hora de fijar un momento concreto. La madurez del niño, las circunstancias particulares de la familia, el entorno en el que se mueva el pequeño…hay varios factores que resultan decisivos a la hora de comprarle o no un dispositivo móvil. Las estadísticas indican que sobre los 12 años tres de cada cuatro niños dispone de su propio teléfono

En lo que sí coinciden muchos es en la importancia de que el nuestro hijo tenga claro para qué se le ha comprado el móvil, cuáles han de ser los usos del mismo…y que actúe en consecuencia, especialmente en cuanto al uso de internet. La posibilidad de limitar el uso del teléfono en determinados horarios y espacios es una de las soluciones que adoptan muchos padres, como también restringir las opciones del dispositivo a través de un perfil que no le permita hacer descargas sin la autorización de los adultos o un móvil que únicamente vaya con wi-fi, es decir, que no tenga datos e impida al pequeño estar conectado continuamente a internet aunque con la posibilidad de que llame por teléfono o envíe un SMS si lo necesita.

La entrada en la adolescencia

Cuando los niños entran en la educación secundaria y, por consiguiente, pasan de la niñez a la adolescencia es probable que nos pidan el teléfono móvil, argumentando que todos sus compañeros de clase ya disponen de uno y que lo necesita a toda costa para poder comunicarse con ellos o con nosotros en caso de que salgan a dar una vuelta y necesiten ayuda.

En este punto se recomienda a los padres que siempre actúen según sus convicciones y que tampoco se dejen  llevar por prejuicios o presiones ante comentarios como: “Soy el único de mis amigos que no tiene  móvil” o “en clase se han reído de mí porque todos tienen teléfono y a mí no me dejan tenerlo”. Estos hechos deberán contrastarse y dejar claro al niño la decisión que se toma y el porqué, estableciendo unas normas o fijando unas pautas que nunca deben quebrantarse.

Cómo ayudar a mi hijo con los deberes del colegio

Los que tenéis hijos que ya van al colegio estáis acostumbrados a que lleguen por la tarde cargados con deberes. No vamos a plantear el debate (que sí hemos tratado en algún que otro post del blog de Xiquets.net) sobre la conveniencia o no de que los niños hagan tarea fuera del horario escolar, aunque sí que vamos a daros unas pautas para que ayudéis a vuestro hijo con la realización de la misma.

Inicialmente es fundamental conocer qué está estudiando, cómo es el ambiente de la clase/colegio y cuál el rendimiento del niño. Os aconsejamos, en este sentido, que os reunáis periódicamente con el tutor y/profesores para intercambiar impresiones, siempre en una actitud abierta y constructiva. Se trata de sumar esfuerzos, no de buscar conflictos a la hora de buscar responsabilidades o posibles culpables.

Sería interesante que acudierais tanto a las reuniones escolares que se lleven a cabo como a las posibles conferencias y/o jornadas de formación que se organicen entre padres y maestros. Del mismo modo, instituciones como el ayuntamiento de vuestro municipio o la administración autonómica suelen organizar charlas periódicas sobre aspectos interesantes relacionados no sólo con el colegio, sino también con los hábitos sociales y conductuales de distintas edades.

En caso de detectarse problemas de aprendizaje, consultar con los docentes y la dirección del colegio la posibilidad o necesidad de que el niño tenga un refuerzo específico en alguna materia. La consulta con los profesores y el departamento de orientación, formado por psicólogos y pedagogos, puede resultar muy útil para aconsejaros, según las carencias que pueda presentar vuestro hijo. En este caso no hablamos sólo de clases particulares fuera del colegio, sino de adaptaciones y horas de refuerzo en el mismo centro, si es que existe esta opción.

Supervisar la tarea es otra práctica que os recomendamos. No se trata de que hagáis los ejercicios o estudiéis por ellos, puesto que ni debéis hacerlo ni es este el objetivo. Pero sí que les echemos una mano en un momento determinado (si vemos que ha intentado resolver un problema y no ha podido) pero siempre dándole unas pautas para que pueda acabar o corregir por el mismo las tareas. Y cuando hablamos de supervisar, también nos referimos a verificar que ha hecho los trabajos pendientes, para evitar que se haya despistado o que se acostumbre a no hacer los ejercicios que le mandan para casa. Hay que hacerles comprender que todos tenemos obligaciones y, entre las de ellos, están básicamente los estudios.

A todo ello también ayudará si preparamos y acondicionamos un lugar específico y fijo para que nuestro hijo estudie, si marcamos una hora concreta de principio y fin de los deberes que debe realizar (podemos consensuarla con ellos tras comprobar la cantidad y el tipo de ejercicios pendientes) y eliminar, durante las horas de estudio, distracciones tan comunes hoy día como el televisor, el móvil y las redes sociales.

¡Ánimo y a por ello!