¿Habéis escuchado a menudo excusas del tipo “me duele la cabeza”, “me duele la garganta”, “me duele la barriga” o “no me encuentro bien”? Son a las que a menudo recurren muchos niños para no ir a clase. Y lo suelen conseguir. El problema no es que se ausenten un día o dos. El problema es cuando pasa con demasiada frecuencia y se convierte en una peligrosa costumbre de la que abusan los pequeños.
El absentimo escolar es uno de los mayores problemas con los que se puede encontrar una familia y, sin género de dudas, uno de los principales retos a los que se enfrenta nuestra sociedad. Es un tema que también ocupa y afecta a las autoridades educativas pero que tiene a los padres como primeros y principales responsables, almenos en un inicio.
Lo cierto, siendo sinceros, es que resulta imposible que los niños no falten en alguna ocasión durante el año a clase. Las enfermedades o situaciones familiares pueden ocasionar que los niños se ausenten unos pocos días al año. No obstante, cuando las ausencias se producen de manera recurrente debemos actuar y pasar a la acción para que no se convierta en absentismo escolar. Sabemos que las probabilidades de fracaso escolar en los niños que se ausentan con frecuencia, es muy elevada.
¿Cuáles creéis que son los principales motivos por lo que un niño falta a clase?
Hay distintos motivos que se repiten o son habituales cuando hablamos de la ausencia de un niño a clase. Son variopintas: desde un constipado hasta el nacimiento de un hermano o un viaje con los padres. Hasta este punto todo es bastante normal. Sin embargo, cuando ya aparecen motivos para no querer acudir al colegio como problemas con los compañeros de clase (posible bullying) o miedo al profesor la cosa cambia y empieza a ser realmente preocupante.
También habría que actuar de forma específica si detectáis que surgen otras cuestiones como dificultades de aprendiaje o problemas de atención que dificultan su rendimiento, falta de motivación o interés o no haber estudiado para un examen.
Debéis ayudar a vuestro hijo a afrontar sus problemas o aquello que teme. Y analizar si requeréis el consejo de un especialista. Y es que si permitís que vuestro hijo o hija no vaya al cole, aunque penséis que carece de importancia, estaréis favoreciendo y reforzando aquello que le da miedo, y sus miedos se irán haciendo cada vez más grandes. La lectura es alrevés: debéis ayudarle a que afronte aquello que teme, pues el miedo cada vez se irá haciendo más pequeño hasta desaparecer.