Pocas satisfacciones hay tan grandes para cualquier padre o madre que ver la evolución de sus hijos. Sus primeros pasos, sus gestos, sonrisa…en definitiva, cómo crece. El proceso es muy rápido, fundamentalmente a partir de los seis u ocho meses, cuando parece que cada día están más despiertos extendiendo sus rutinas más allá de dormir, comer o llorar.
Pero si hay una edad en la que parece que llegan con más celeridad esas manifestaciones particulares que nos indican que nuestro peque ya está dejando de serlo, parece que es a los dos años. Cuando nuestro niño pasa de los 24 meses adquiere nuevas habilidades, crece en independencia, está cada vez más sociable y expresa de forma más llamativa sus gustos e intereses.
A esta edad los pequeños no sólo son capaces de caminar bien, sino que salen corriendo como balas en cualquier dirección. Por seguridad, es importante tener claro en qué situaciones dejar al niño que corra y vaya suelto o es preferible, por precaución, llevarlo de la mano. Asimismo, no estará de más llevar en el bolso o la cartera unas tiritas, unas toallitas antisépticas y extremar la vigilancia en sitios potencialmente peligrosos.
Otro atributo llamativo que adquieren es la capacidad para pasar de la destrucción masiva de todo lo que ven a construir y formar tirando simplemente de intuición, lógica y el mecanismo de prueba y más prueba. No es que nuestro hijo haya perdido el gusto por destrozar todo lo que cae en sus manos, sino que está desarrollando nuevas capacidades cognitivas (empezar a distinguir tamaños y formas o a unir varias partes para conseguir un todo) y también capacidades motoras (mejor coordinación mano-ojo o mejor motricidad fina).
Por otro lado, para el desarrollo de estas actividades también es necesaria una capacidad de mantener la atención que hasta ahora no tenía: de hecho, ya es capaz de pasarse un buen rato pieza va, pieza viene, intentando levantar una torre o discurriendo dónde demonios encaja una pieza en un agujero.
De la misma forma, el gusto por experimentarlo todo de una manera práctica se acentúa, por lo que cada vez tendrá más curiosidad por la comida, los líquidos, materiales, objetos con extrañas formas, los animales…sin olvidar sonidos, olores, colores y sabores. Ahí es cuando debemos estar más atentos para evitar alguna sorpresa desagradable en esta fase de gran curiosidad.