Manejar bien la economía propia y doméstica es el primer paso para ser solvente y eficiente en esta vida. Como ocurre con casi todo, cuanto antes aprendamos a darle valor al dinero y a utilizar los recursos que tenemos, más sencillo será aplicarlo en el futuro. Y un de las claves es el ahorro. Si de niños ya aprendemos a ahorrar, será más sencillo organizarnos, fijar unos objetivos y cumplirlos.
En este punto, la edad no es un inconveniente, pues hay fórmulas para inculcar a nuestros hijos buenas prácticas. Aquí os dejamos algunos consejos fáciles de aplicar para los padres:
-Familiarizase con el dinero: lo más importante al comienzo es que los niños entren en contacto con el dinero, que lo manipulen y se acostumbren a él, aunque siempre con unas normas y bajo unos límites para que lo hagan con responsabilidad actuando en consecuencia.
-La hucha trasparente: Para que los niños asuman el concepto de ahorro, necesitan visualizarlo para entenderlo e interiorizarlo. Una buena herramienta es utilizar una hucha transparente donde puedan comprobar por ellos mismos cómo evolucionan sus ahorros.
-Demostrarles que ahorrar es útil y hasta divertido. Los niños necesitan tocar las cosas, usarlas, jugar con ellas. Por eso, y aunque sea dinero, hay que mentalizarles de que esas monedas o billetes de la hucha deben permanecer en su sitio para que vaya creciendo la cantidad. Para ello, y evitar posibles tentaciones, convendría estimularles ofreciendo algún tipo de estímulo o planteándoles un reto al objeto de que tengan siempre una motivación para seguir ahorrando.
-Convertirles en pequeños emprendedores: Si les ayudamos a ser ‘pequeños emprendedores’ estableciendo objetivos y animándoles a que los cumplan será más sencillo que ahorren y disfruten haciéndolo, porque le encontrarán un sentido si consiguen esa recompensa. Se recomienda al principio no ser ambicioso con los objetivos ni en la cantidad ni en la prolongación en el tiempo, aunque posteriormente podremos y hasta deberemos añadir metas y ampliar los periodos de tiempo.
-Predicar con el ejemplo: Los niños tienen por naturaleza, en su proceso de aprendizaje, a repetir e imitar lo que ven. Por consiguiente, si los mayores ahorramos es más fácil que los pequeños también terminen haciéndolo. En ese sentido, fijar objetivos de ahorro familiar es bueno para compartir el ahorro con ellos, haciéndoles al mismo tiempo partícipes de ciertas decisiones importantes. Ejemplo: las vacaciones de verano, regalos de Navidad, juegos, electrónica, planes para el fin de semana…
Recuerda que ahorrar no sólo es meter dinero en una hucha, sino que también implica no malgastar recursos en casa. Así también se pueden inculcar hábitos saludables para las finanzas personales de los pequeños.
-Citas clave: cumpleaños y Navidad. Ambos son momentos ideales para enseñarles a aprovechar las oportunidades existentes (comparar precios y productos, buscar en distintas tiendas, pensar con detenimiento qué es lo que más le interesa según el uso y el precio…). Son periodos fantásticos para trabajar el pensamiento estratégico de la economía personal y familiar.