Tras el verano, la vuelta a la rutina no es fácil, ni para nosotros ni para el resto de nuestra familia. En el caso de nuestros hijos, hay que ir poco a poco encauzando sus ritmos hacia un horario que podamos compartir con él, y que podamos aplicar todos los días durante los meses fríos.
Durante el periodo estival las horas de dormir, de comer o el tiempo que pasamos juntos ha variado con respecto al invierno. De ahí que necesitemos crear un periodo de adaptación que puede oscilar entre las dos y las tres semanas. Os apuntamos algunas claves durante el mismo:
-Introducir los cambios de uno en uno o de dos en dos, ya que las rutinas no son totalmente nuevas. Como son un «recuerdo», no tardará tanto en integrarlas, pero aún así es importante respetar el tiempo de adaptación a cada cambio. Puede tardar desde un día hasta una semana.
-Anticiparle los cambios: con dos años es pequeño, pero le interesa todo lo que atañe a su vida. Le podemos decir que nos vamos a acostar antes, o levantar más temprano, o que vamos a empezar a ir al cole. Es importante hacerle partícipe del cambio.
-Hacer los cambios de forma progresiva: si en verano se levantaba a las 10 h. no podemos despertarlo a las 7 h. de un día para otro. Deberíamos tomarnos nuestro tiempo: levantarle unos días a las 9 h., otros a las 8 h… para finalmente llegar al objetivo.
En cuanto a las horas de las comidas: ¿Qué orden seguir?
La hora de irse a la cama. Es lo primero que deberíamos cambiar. Para volver a acostarse antes, organizaremos una cansada tarde de actividades, la puerta de entrada a un sueño feliz. Si le acostamos más temprano, también podremos levantarle antes.
La hora de levantarse. Es la consecuencia de la hora a la que acostemos al pequeño. Es importante que sus horas de sueño sean de calidad y que el sueño dure más o menos lo mismo. Nunca menos.
La hora de la comida. Horarios y tiempo de comida, lugar, forma de hacerlo, menú… todo ha podido cambiar durante el verano. La hora de la comida es mejor integrarla directamente, sin transiciones.
La hora de entrar a la guardería. Si el pequeño va a la guardería, es mejor llevarle una semana antes e ir dejándole más horas conforme avanza la semana. Si esta adaptación la podemos realizar en dos semanas será una transición aún más tranquila para el niño.