Se acabó el cole. Finalizaron las clases y llega el momento tan ansiado por nuestros hijos. Momento para el descanso y muchas horas de tiempo libre. ¿A qué las dedican? Hay muchas actividades posibles, aunque sin duda parte de ellas las dedicarán a los videojuegos.
Ante esta realidad, se abren dos debates. El primero de ellos es: ¿Videojuegos sí o videojuegos no? La respuesta nos tan sencilla como podría parecer. Por un lado hay estudios que asocian estos dispositivos con una mejor coordinación motora, una mayor rapidez mental y de procesamiento de la información así como una mejor memoria de trabajo, atención y motivación. Sin embargo, hay numerosos trabajos de investigación que señalan a los videojuegos como responsables directos o indirectos de problemas conductuales, violencia y un mayor riesgo de desarrollar adicciones.
El segundo punto de discusión es, dejando al margen la conveniencia o no, cuánto tiempo deben dedicar los niños a los videojuegos durante sus vacaciones. Aquellos mismos estudios a los que nos acabamos de referir también dedicaban un apartado al tiempo de juego. En concreto, los que hablan de beneficios cognitivos y académicos puntualizan que éstos aparecen cuando sólo se les dedica una o dos horas como máximo al día. Cuando el tiempo aumenta esos mismos investigadores hablan de problemas conductuales, falta de habilidades sociales y trastornos de sueño.
Practicidad pero con precaución
Dejando de lado los estudios y buscando la practicidad, que es lo que os interesa a muchos padres durante unas vacaciones largas como las veraniegas, hay que ser sinceros: los videojuegos sirven para entretener a vuestros hijos, ya que es importante que se relajen y ocupen su tiempo libre. Hay que combinar diversión y entretenimiento con obligaciones y, bajo esta perspectiva, hay que reconocer que los videojuegos cumplen su papel. Pero no por ello debemos darles carta blanca, ni en el tiempo ni en los contenidos.
Evitar que la temática de los juegos contenga violencia o un exceso de la misma es esencial. Como también la forma de comportarse de los niños durante el juego, desde el vocabulario que utilizan hasta sus reacciones, pasando por la forma de socializarse con compañeros o rivales ante la pantalla.
No menos importante es controlar el tiempo de juego. Lo mejor es fijar unas normas desde el principio y que tanto nosotros como ellos las cumplan, con penalizaciones en caso de no hacerlo así para demostrar que el cumplimiento de estas reglas es importante. Jugar con ellos también es otra fórmula para poder filtrar los contenidos y asegurarnos que se cumplan los tiempos estipulados.