Dicen que la lectura es una de las grandes bases del conocimiento, aunque en esta sociedad de la información y de las nuevas tecnologías niños y adolescentes cada vez lo hacen menos. Como responsables de su educación, conviene motivar a los niños para que cojan el hábito de la lectura y también disfruten con ella, dejando espacio para que los libros se abran en su rutina diaria, cargada a menudo de estresantes actividades extraescolares, teléfonos móviles y consolas de videojuegos.
Ahora bien, ¿Cómo seducirles o convencerles para que cojan un buen libro?
Uno de los mejores hábitos que se pueden cultivar es el de leer antes de ir a dormir. No hace falta que sea una hora entera. Alcanza con quince minutos todos los días. Lo importante es no interrumpirlo nunca. De esta forma es posible en un mes acumular 450 minutos de lectura en total. Esto equivale a 7 horas y media al mes. Suficiente como para completar una novela corta, o un par de relatos, o avanzar en un texto más largo. Además, si conseguimos que la pantalla del móvil o de la tablet no sea lo último que vean antes de dormir, también lograremos que alcanzan un mejor sueño y descanso, tal y como apuntan los expertos.
Además de por la noche, leer cuando se viaja también es una buena forma de aprovechar el tiempo de manera eficiente. Especialmente podremos hacerlo si viajamos en transporte público. Hay que animarles a que lleven un libro de lectura en su mochila o cartera. Por más corto que sea el viaje, siempre se pasará más rápido leyendo. Si se tiene un viaje de 30 minutos a diario tanto a la ida como a la vuelta, teniendo en cuenta solo los días hábiles se podrían alcanzar 20 horas mensuales de lectura.
También es recomendable que, al menos al principio, se lean libros cortos. De hecho, uno de los problemas que a veces uno se encuentra al leer es que esa novela que tanto quería comenzar es demasiado larga y que no puede avanzar o que nos encontramos con algunos ejemplares pesados por su prosa o con poco espacio en el interlineado. Busquemos títulos más cortos y, a priori, más sencillos de leer.
Podemos animarles, por tanto a leer relatos, cuentos y novelas cortas que se puedan terminar en una o dos semanas. O incluso cómics en un principio, al objeto de que vayan familiarizándose con la lectura y, más adelante, puedan cambiar de género sin grandes dificultades.
Y, en cuanto a la temática, hay que buscar ejemplares adaptados a las etapas infantil o juvenil, pero cambiando también de género.