Tres reyes se aproximan. Vienen de oriente y estarán aquí en sólo unos días. Lo harán tras un largo viaje. Y llegarán cansados, pero traen en las alforjas de sus camellos…o en las escalintas de su carrozas kilos y kilos de ilusión en forma de caramelos, dulces…y especialmente juguetes.
Sus nombres son Melchor, Gaspar y Baltasar. Son puntuales y fieles a sus cita. Cada cinco de enero llegan a la Marina. Normalmente lo hacen por la tarde, entre las 18 y las 19 horas, siguiendo una bonita tradición, milenaria, que repiten también todos los municipios españoles y algunos países cercanos a España como Andorra, Polonia o República Checa.
La primera vez que arribaron a nuestro país fue en el siglo XIX, exactamente en el año 1855, cuando el gobierno central decidió celebrar la festividad de los Reyes Magos con una cabalgata popular para animar las calles y llenarlas de ambiente. Esta primera cabalgata parece que se celebró en la ciudad de Barcelona (al menos, así lo dice la documentación hallada) pero se cree que también se celebró en otras muchas ciudades de la Península Ibérica, siendo un acontecimiento para niños y adultos. Hay constancia escrita de que poco después tuvo lugar otra cabalgata de reyes en dos ciudades alicantinas con mucha tradición: Alcoy e Ibi.
La tradición se fue extendiendo, aunque no fue hasta principios del siglo XX cuando empezaron a hacerse representaciones teatrales sobre la entrega de los regalos por parte de los Reyes Magos al Niño Jesús. A cambio, se le pedía a los asistentes que donasen juguetes para aquellos niños que no tenían la suerte de recibir ninguno por navidad. Así pues, a partir de este momento la noche de reyes se convertió en un espectáculo popular por toda España donde tres hombres vestidos de reyes magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, paseaban con sus pajes por la ciudad animando a los niños y recogiendo y regalando regalos para los más necesitados.
Hoy en día, la cabalgata de reyes en España es todo un clásico. Un día de magia y felicidad para los más pequeños. Un día señalado en el calendario, que además de poner la guinda perfecta a las fiestas navideñas en familia, se han converntido en todo un espectáculo de luz, color, fantasía música y un despliegue de medios casi sin paragón en muchas localidades, que echan el resto para regalar a sus vecinos y vicistantes una cabalgata inolvidable. Porque aunque no faltan a su cita, sólo llegan una vez al año. Y nadie quiere perdérsela. Al fin y al cabo, es cuestión de celebrarlo como toca.