¿Qué tipo de videjuegos son los recomendables para mi hijo?

En un anterior número del blog de Xiquets.net, la guía de las revistas de La Marina, analizábamos la conveniencia o no de los videojuegos para niños y adolescentes. Superado este paso, y dando por sentado que es una tendencia actual a la que hay que adaptarse, surgen otras cuestiones, como por ejemplo qué videojuego comprar.

Uno de los criterios a seguir puede ser la clasificación según el contenido. Al igual que las películas, los videojuegos tienen marcada cuál es la edad mínima para poder jugarlo. En España se sigue la normativa europea PEGI (Pan European Game Information), que establece la edad mínima aconsejable para cada juego.

Contenidos y edades

Antes de los 3 años los niños no muestran interés por los videojuegos, ya que no disponen de las habilidades cognitivas suficientes. Su interacción con ordenadores, tablets y móviles son para ver contenido de video, como dibujos animados, películas infantiles o incluso algo tan insólito como contemplar a una niña abrir cincuenta huevos sorpresa seguidos.

Los expertos suelen recomendar juegos donde el objetivo sea construir cosas sencillas, identificar animales o desarrollar habilidades de lecto-escritura, ya que a esa edad empiezan con ese aprendizaje en la escuela. Suelen ser, además, juegos que no necesitan continuidad, ya que los niños a esas edades suelen cansarse y aburrirse rápido por su capacidad limitada de mantener la atención o elaborar razonamientos complejos sobre estrategias del juego. Y algo muy importante: es recomendable que los padres jueguen con los niños.

Dado que a partir de los 7 años los niños son más autónomos y con más habilidades cognitivas, los juegos tienen una mayor más dificultad, lo cual exige el desarrollo de estrategias de mayor nivel. Por lo tanto, los niños ya pueden “engancharse” con más facilidad, así que debemos estar atentos a los límites de tiempo.

Es a partir de los 12 años el niño ya es capaz de sostener la atención y concentrarse mucho tiempo, así que puede adentrarse en juegos de alto nivel, tanto de habilidad como estrategia. De hecho, resulta bastante sorprendente el nivel de destreza que pueden desarrollar en su interacción con la máquina. Y también bastante desalentador para nosotros cuando jugamos con ellos.

A partir de 14 o 15 años aparece inevitablemente la preferencia hacia juegos tipo MMO en línea (Juegos multijugador en línea cooperativos), donde se juntan jugadores de todo el mundo con avatares virtuales en misiones que pueden llegar a tener una complejidad muy elevada.

El problema principal a partir de los 14 años es que los videojuegos pueden restar tiempo a otras actividades, como el estudio, el deporte o la interacción familiar. En los adolescentes es mucho más difícil imponer una disciplina, así que lo recomendable es, por ejemplo, ofrecer alternativas de diversión al aire libre, tanto con amigos como dentro de la familia. Es decir, el niño es quien debe encontrar en las actividades alternativas un placer mayor que el de estar frente a una pantalla. Esa labor es familiar, escolar y, en general, del entorno que rodea al niño. Y no es fácil. Exige tiempo y esfuerzo.

La mayoría de videojuegos son online y pueden conectarse a través de internet con otros jugadores. Se puede interactuar con ellos de múltiples maneras. Muchas son beneficiosas, pues sirven para jugar en cooperación y así aprender o desarrollar estrategias. Otras, en cambio, son perjudiciales, como retroalimentarse con otros jugadores para jugar más tiempo, aprender un lenguaje inapropiado o incluso crear una relación que va más allá del juego con alguien que no se sabe quién es. Por lo tanto, debemos vigilar con quién juega nuestro hijo y cómo lo hace.

¿Videojuegos sí o videojuegos no?

¿Los videojuegos son recomendables o, por el contrario, son tan malos como los pintan para nuestros hijos? Aquí tenemos una de las preguntas del millón para muchos padres. La respuesta, obviamente, ni es sencillo ni se puede plantear en términos absolutos.

Lo que sí tenemos claro todos es que los videojuegos en dispositivos móviles, consolas y ordenadores son una realidad. Nos guste más o menos. Y que, nos gusten más o menos, hemos de convivir con ellos, como en su momento nuestros propios padres lo hicieron con el cine, los ordenadores o la televisión. Coincidiremos todos, probablemente, en que todos estos dispositivos no son perjudiciales por sí mismos, sino que dependen mayormente del uso que hagamos de ellos.

Los expertos y nuestra propia experiencia nos lleva a la conclusión de que prohibir o evitar que los niños jueguen con dispositivos electrónicos tiene poco sentido, como tampoco lo tiene evitar que, a una determinada edad, nuestros hijos tengan un teléfono móvil. Al contrario, si el niño no participa de ese entretenimiento, puede ser considerado raro por los demás y, en algunos casos, llegar a ser rechazado. Por tanto, nuestros esfuerzos, como padres y educadores, deben dirigirse a aconsejar e influir a qué, cuánto, cuándo y cómo juegan.

Conviene puntualizar que los videojuegos son un tipo más de juegos y que nunca deben ser el único modo de juego del niño, ni siquiera al que dediquen más tiempo. Es más: siempre debemos dar preferencia al juego al aire libre. Si los niños realizan este tipo de juegos con normalidad, no debería preocuparnos que jueguen con videojuegos en otros momentos.

No es menos cierto, de la misma forma, que el videojuego no es un juego de azar, donde la suerte es el componente fundamental. Aunque a veces la suerte influye -como en cualquier aspecto de la vida-, lo que más cuenta es la habilidad del jugador para desarrollar una estrategia con la que superar los retos que se le presentan. Estas habilidades pueden ser muy complejas, por lo que, en cierta forma, estos dispositivos también influyen en el desarrollo de nuestros hijos. Lo dicho: no todo es negativo.

Más allá de estas consignas, hay que tener en cuenta dos aspectos esenciales:

-La hora de jugar: hay que evitar a toda costa que sea después de cenar y en el periodo previo a irse a dormir, pues se estimula el cerebro y afecta al proceso fisiológico del sueño.

-El tiempo de juego: Entre los 3  y los 12 años lo recomendable es dejar jugar a los niños entre una y dos horas máximo al día, sobre todo durante los fines de semana. Ahora bien, a partir de esa edad el límite dos horas será ciertamente complicado de mantener. Por todo ello, es necesario poner normas en cuanto a que días y horas se puede jugar. Y no romperlas. Lo mejor es establecer un tiempo con anterioridad y asegurarnos de que nuestros hijos lo han entendido.

Dicho de otro modo, debemos ser realistas y, sobre todo, hacer prevalecer el sentido común en la relación entre los niños y los videojuegos.

Que viene la música infantil en Streaming: ¡Spotyfy para niños!

Las nuevas tecnologías avanzan en todos los sectores. También en el de la música. Y también en cuanto al público infantil se refiere. Así lo constata uno de los referentes en la red en cuanto a reproducción musical: el todopoderoso Spotify, que muchos de vosotros conocéis y utilizáis a diario por su comidad y prestaciones. Y es que la plataforma sueca ha anunciado recientemente el lanzamiento de una versión específica para niños: Spotify Kids. Está destinada a niños a partir de tres años de edad y permitirá a los usuarios acceder a través de un Plan Familiar Premium, que ya se está ofertando en distintos países europeos.

Una oferta personalizada y segura

Diseñada para los más pequeños de la casa, ha sido desarrollada teniendo en cuenta factores como seguridad y privacidad de este tipo de usuarios. Según han desvelado los creadores, la aplicación está repleta de ‘singalongs’, bandas sonoras e historias que los niños podrán descubrir, bien solos o en familia.

Lo realmente interesante, además de la variedad de la oferta, la posibillidad de personalizar la selección y facilidad de acceso que ofrece esta plataforma de referencia, es que los padres -según parece- podrán supervisar todo, pudiendo elegir entre la opción de ‘Audio para niños más pequeños’ y ‘Audio para niños más mayores’.

Además, los responasbles de la empresa aseguran que, al tratarse de una aplicación vinculada a un plan de pago, no se emitirán anuncios y todo el contenido podrá ser seleccionado de forma manual por los editores, garantizando que siempre sea apropiado para el público infantil. No en vano, la protección del menor es un tema esencial en la red con independencia de las plataformas y del formato del contenido en cuestión.

Entre las prestaciones que ofrecerá Spotify Kids están las playlists -creadas específicamente para los niños- que permitirán reproducir las canciones favoritas sin conexión a Internet, descubrir música o historias seleccionadas de forma manual por expertos de la compañía, buscar canciones y escuchar su contenido favorito en su propia cuenta de usuario.

De esta forma las historias, el sonido y al calor de la música también llegará a los niños y a las familias, que podrán disfrutar de música apta para los más pequeños previa selección por parte de los mismos padres, tutores o personas mayores que estén a cargo de los menores.

¿Qué os parece la aparición del nuevo Spotify Kids?

Dejar a los niños solos en casa. ¿A qué edad? (Parte II)

La semana anterior comentamos en el blog de Xiquets.net, la guía de las familias de La Marina, la dificultad que suponía para muchos padres el hecho de dejar a los niños solos en casa, al menos las primeras ocasiones. Lo difícil que resultaba dar el paso.  Asimismo os trasladamos unos pequeños consejos para ganar en seguridad y tranquilidad. Pues bien, en este nuevo post vamos a daros algunas indicaciones más para completar el tema:

-Instrucciones claras y precisas, que no se preste a confusión ni le cree incertidumbre sobre algo que no controla. Cuando se va a dejar a un niño solo en casa es preciso que se detalle qué puede hacer y qué no. Cuando se produzca vuestra primera salida es incluso bueno que las dejéis recogidas por escrito y para que pueda leerlas y repasarlas si es necesario. Entre las indicaciones principales debería estar no abrir la puerta a extraños o no realizar uso de aparatos que conlleven riesgo como pueden ser los electrodomésticos que se encuentran en la cocina.

-Apuntadle números de contacto. Es imprescindible que si vuestro hijo siente la necesidad de hablar con vosotros pueda llamaros. Para ello es conveniente dejar apuntado vuestro número de teléfono e indicarle que llame si surge algo. Dejadle también un par de teléfonos de contacto por si sucede alguna emergencia. Educarle sobre los servicios de urgencia como la policía, bomberos y el servicio de urgencias médicas ambulancia será algo positivo en el caso de que aparezca un problema.

-Llamadle o enviadle mensajes. Decidle dónde estáis y cuando pensáis volver, aproximadamente. De esta forma lograréis transmitirle confianza y evitaréis que surjan brotes de ansiedad.

-Y, prácticamente la más importante, que engloba muchas de los consejos que hemos apuntado: enseña a tus hijos a ser autónomos. No es fácil, pero supuesto, pero depende en gran medida de nuestra actitud y constancia. Para ello os aconsejamos que aplaudáis las decisiones que tomen que conlleven un aumento de responsabilidad y fomenten su confianza. No sobreprotejas a tus niños y déjales libres para que, siempre de un modo seguro, puedan ir creciendo poco a poco y ser capaces de hacer las cosas por su cuenta.

Dejar a los niños solos en casa. ¿A qué edad? Primera parte

Dejar a los niños solos en casa es una de las dudas que asalta a los padres con mucha frecuencia. Sabemos que en algún momento debemos dar el paso y ser capaces de que nuestros hijos se queden en casa sin nuestra vigilancia o cuidado. De esta forma ganarán en autonomía y nosotros, en independencia. Es un paso conveniente y casi obligado, pero, ¿Cuándo darlo? ¿Qué edad debe tener nuestro hijo? ¿Cuál es el momento adecuado en el que podemos irnos y saber que puede estar en casa sin que haya a priori ningún problema?

Desde el blog de Xiquets.net, la guía de las familias de La Marina, hay que señalar en primer lugar que no existe una edad legal para dejar niños solos en casa, por lo que serán los padres, vosotros, quienes deberéis valorar esta opción, según la madurez, responsabilidad, características y condiciones de vuestro hijo. La mayoría de expertos considera que en muchos pequeños dichas aptitudes no se alcanzan hasta los siete años, pues es complicado que hasta esa edad un menor alcance conciencia de riesgo o sea capaz de resolver con éxito situaciones complicadas. El tramo de edades que aconsejan los expertos para que los niños empiecen a estar en casa sin supervisión de sus mayores es de los nueve a los doce años.

Ahora bien, antes de dejar solo a un niño en la vivienda es conveniente explicarle una serie de reglas e indicarle qué hacer si sucede algún imprevisto. Es decir, preparar la situación. A continuación os enumeramos una serie de puntos a tener en cuenta:

-Déjale comida preparada. Aunque el tiempo que se quede solo el niño sea pequeño y no coincida con unas horas cercanas a la comida o a la cena, es conveniente dejar siempre alimento disponible por si tiene hambre. Este consejo también es aplicable si se decide dejar solo a una mascota. Además, al dejárselo preparado, evitamos la posibilidad que intente cocinar por su cuenta y utilice objetos peligrosos.

-Cuando decidas dejarlo sólo, hazlo de manera progresiva. Si piensas dejar a tu hijo solo en casa durante periodos prolongados es mejor hacerlo paulatinamente. De este modo es mejor empezar dejando al niño en su habitación de manera solitaria durante un periodo de tiempo sin molestarle. Analiza cómo se siente o si requiere que estéis con él pasado un rato. Posteriormente es el momento de empezar a hacer salidas del hogar muy cortas, como ir a tirar la basura. Será entonces cuando nuestro hijo esté solo en casa durante unos minutos, pero sabiendo siempre que volverás inmediatamente. Pregúntale cómo se ha sentido y empieza a hacer que los momentos en los que se queda en la vivienda sean cada vez más prolongados.

Deja al niño ocupado en algo. El tiempo pasa más rápido cuando hacemos algo que nos gusta. Una actividad que le mantenga distraído hará que no eche tanto de menos vuestra presencia y evitará que se mueva por la casa y pueda realizar acciones que conlleven riesgos. Ver la televisión, jugar o hacer deberes son algunas de las acciones que mantienen al niño concentrado.

Niños con Déficit de Atención con (o sin) Hiperactividad. ¿Te suena?

Los trastornos por déficit de atención con o sin hiperactividad (TDAH) son habituales en muchos niños. Su diagnóstico es cada vez más corriente, por lo que las familias, ya desde la primera etapa de niñez, saben a qué se enfrentan.

Por encima de todo es no confundir el déficit de atención con o sin hiperactividad con el retraso mental ni con la falta de inteligencia en       el niño. Todo lo contrario. Tampoco se trata de niños vagos ni desmotivados, sino que este trastorno puede darse en personas de cualquier nivel de inteligencia.

En varones, más habitual

El TDAH se da en ambos géneros, aunque suelen haber más casos en los varones que en mujeres. La cuestión es que los síntomas asociados son muy diferentes entre ambos. Las niñas, por un lado, no suelen tener problemas de conducta y suelen acudir a consulta de Psicología o Pedagogía por presentar problemas de aprendizaje y bajo rendimiento escolar. Por el contrario, en los varones predomina el subtipo hiperactivo- Impulsivo o Déficit de atención e Impulsividad, subtipos que suelen ir acompañados de conducta disruptiva en el aula y falta de cumplimiento de normas en la familia.

¿Se manifiesta de la misma manera?

El TDAH es un trastorno complejo y que no se percibe de la misma forma en todas las personas, ya que los síntomas se pueden manifestar en un grado distinto. De hecho, los expertos subrayan que no existe un único TDAH, sino diferentes sujetos que padecen esta misma patología. Ahora bien, ¿Cómo evoluciona?

Se estima que más del 80% de los niños que presentan el trastorno continuarán padeciéndolo en la adolescencia, y entre el 30-65% lo presentarán también en la edad adulta. El diagnóstico a una edad temprana y la realización de un tratamiento multidisciplinar adecuado, condicionan el pronóstico y su evolución.

Sin embargo, y enfocando las posibles líneas de tratamiento, se insiste muy a menudo en la ineficacia del castigo sistemático, metodología que además suele tener consecuencias negativas en la autoestima del niño.

Hay que considerar que la propia inquietud de este tipo de casos puede llevar a la confusión con la mala conducta, dando paso a un castigo en exceso y sin motivos reales.

¿Has oído hablar de la neofobia?

La alimentación de vuestros hijos es, frecuentemente, una de las mayores preocupaciones para padres y madres. También para los niños, puesto que la incorporación de nuevos alimentos puede llegar a ser muy natural para algunos, pero también bastante traumática para otros. De hecho,  hay a quienes les encanta probar sabores nuevos, mientras que otros no se arriesgan a salir de aquellos que conocen.

Estas conductas derivadas de la necesaria adquisición de nuevos hábitos alimenticios dan lugar a nuevos fenómenos. Uno de ellos es el de la neofobia, también conocida como ‘miedo a lo nuevo’. Se trata de un fenómeno cada vez más habitual en la infancia, especialmente en torno a los dos o tres años,  y que puede llegar a ser muy desesperante para los adultos. Sin embargo los síntomas suelen ir desapareciendo alrededor de los cinco años, por lo que es conveniente asesorarse, tener paciencia y, ante todo, no forzar al niño a comer para evitar futuros traumas.

Aunque la neofobia no suele tener complicaciones asociadas y se trata de una etapa pasajera en la vida del niño, es recomendable consultarlo con el pediatra, especialmente si vuestro hijo tiene una dieta demasiado restrictiva, pues podría aumentar el riesgo de carencias nutricionales.

Las investigaciones realizadas hasta el momento indican que la neofobia alimentaria está relacionada con una peor calidad de la dieta, especialmente con una menor ingesta de fibra, proteínas y ácidos grasos monoinsaturados, y una mayor ingesta de grasas saturadas y sal.

¿Cómo prevenir la neofobia?

Hay ciertos factores sobre los que podemos actuar para intentar prevenir la neofobia, aunque sin duda nuestro ejemplo, como adultos, es la mejor medida de prevención. Y es que los niños aprenden por imitación, observando los hábitos alimentarios de la familia e imitando nuestros comportamientos

Los expertos apuntan que los factores hereditarios  solo determinan nuestra predisposición a la neofobia alimentaria, pero no implican que necesariamente deba producirse. En cambio, la educación y el cuidado de la primera infancia, así como la orientación sobre el estilo de vida en la edad adulta pueden brindar apoyo en el desarrollo de una dieta diversa

Algunas de las recomendaciones que podemos seguir para evitar la aparición de neofobia son no ceñirnos siempre al mismo tipo de alimentos para conseguir no sólo una dieta variada y extensa, sino también rica en sabores. Comer con calma y en familia, sin distracciones que interfieran en ese importante momento, ayudará mucho; como el hecho de permitir a los niños que manipulen y se familiaricen con los alimentos y la comida a medida que vayan creciendo, haciéndoles incluso partícipes del momento de la compra y del cocinado.

Y, por supuesto, y tal y como comentábamos al inicio, no hay que forzar jamás al niño, ni obligarle a probar la comida. Los castigos, chantajes y amenazas tampoco tienen cabida, pues son realmente perjudiciales.

Consejos para comenzar bien el nuevo curso escolar (II)

En este post continuaremos con algunos consejos prácticos para ayudar a vuestros hijos a comenzar con buen pie el nuevo curso escolar, especialmente en este mes de octubre, cuando muchos de ellos han cambiado el horario y han comenzado a ir por la tarde.

Las actividades extraescolares son una de las asignaturas pendientes para muchos padres, empeñados en sobrecargar a sus hijos con múltiples facetas que ahogan su espacio propio, les resta tiempo para acometer las tareas escolares y les satura de contenidos. Además de preguntarles a ellos sobre qué les interesa más también puede ser útil enterarnos de cuáles son esas actividades que eligen los compañeros, con aquellos que se sientan mejor y más protegidos.

En todo caso es fundamental no hacer comentarios negativos ni establecer metas u objetivos que se puedan provocar un exceso de autoexigencia por parte del propio niño. En este sentido, como en otros, conviene recordar que estamos a comienzos de curso, un periodo de adaptación donde debemos ser comprensivos con sus necesidades y ritmos.

Trasmitir un buen ejemplo es esencial. Una consigna que debemos aplicar en todas las facetas y en cualquier momento, no sólo en el arranque del nuevo año escolar.  Los niños pequeños suelen tomar como referente a sus padres y si estos no muestran una actitud positiva a su reincorporación laboral después de vacaciones, difícilmente los pequeños mostrarán una actitud positiva.

Involucrar a los más pequeños en los preparativos del nuevo curso es otra consigna a considerar. Proponerles que os acompañen a por los libros, material escolar o a comprar el uniforme. También que sean capaces, progresivamente, de ocuparse de sus propias cosas (forrarse los libros, hacerse y deshacerse la mochila, revisar el horario, llevar al día su agenda de deberes y obligaciones, etc.) les ayudará a responsabilizarse y a madurar.

Establecer una rutina diaria les ayudará a encontrar tiempo para todo o, cuanto menos, para lo más importante. Conviene insistirles mucho en que cumplan unos horarios establecidos, los cuales no se deben cambiar salvo por fuerza mayor y de manera esporádica; y a que sean escrupulosos con el tiempo que le deben dedicar a cada actividad. Convencerles, en este punto, de que si son organizados y disciplinados hallarán tiempo para todo, también para su propio entrenamiento y diversión.

Consejos para comenzar bien el nuevo curso escolar (I)

Hace relativamente poco que vuestros hijos han vuelto al cole. Sin embargo, en septiembre, con el horario todavía de verano,  el retorno es progresivo y relativamente tranquilo. En a partir de octubre, con el nuevo horario de invierno, cuando todo el mundo parece cambiar de mentalidad para volver a la rutina. Una rutina que es importante para que niños y adolescentes mantengan una autonomía y bienestar, ya que los hábitos les ayudan a entender las normas sociales y a respetar a la familia y a los compañeros, según apuntan los expertos.

Para organizar el inicio del curso, psicólogos y pedagogos subrayan la importancia de mantener una actitud positiva no sólo por parte de los niños, sino también de los padres, pues el positivismo de éstos es fundamental para contagiar a aquellos a la hora de reencontrarse con profesores, compañeros y con  las obligaciones habituales del curso escolar.

Recuperar los horarios habituales, que con la jornada habitual escolar también modifica las actividades extraescolares y complementarias, ayudará a que los niños vuelvan a una dinámica conocida. No obstante, ayudará el colocar los respectivos horarios en  un lugar visible para tenerlo presente y favorecer la autonomía de los niños, a fin de que no tengan que preguntar cada día y a cada momento sobre qué toca y a qué hora deben acudir.

Otra opción no menos interesante es gamificar la vuelta al colegio con dinámicas educativas y juegos, en cuanto a que son un aliado efectivo y estimulante para motivar a niños y jóvenes. Por ello se recomienda la creación de actividades,  juegos de cálculo matemático o juegos de palabras encadenadas durante el tiempo libre que quede antes de que empiece el colegio.

Involucrar a vuestros hijos en los preparativos, dejándoles que os ayuden  con los libros, el material académico y el uniforme, por ejemplo, también es una buena forma de motivar a los más pequeños de cara al nuevo curso académico. Y, por supuesto, ensalzar los aspectos positivos de la vuelta al cole, para afrontarlos desde un punto de vista positivo: reencontrarse con los compañeros, volver a practicar sus deportes preferidos, afrontar nuevas asignaturas y retos, excursiones escolares, compra de nuevos materiales y ropa escolar (incluyendo la deportiva, etc.).

Motívales para que lean más

Dicen que la lectura es una de las grandes bases del conocimiento, aunque en esta sociedad de la información y de las nuevas tecnologías niños y adolescentes cada vez lo hacen menos. Como responsables de su educación, conviene motivar a los niños para que cojan el hábito de la lectura y también disfruten con ella, dejando espacio para que los libros se abran en su rutina diaria, cargada a menudo de estresantes actividades extraescolares, teléfonos móviles y consolas de videojuegos.

Ahora bien, ¿Cómo seducirles o convencerles para que cojan un buen libro?

Uno de los mejores hábitos que se pueden cultivar es el de leer antes de ir a dormir. No hace falta que sea una hora entera. Alcanza con quince minutos todos los días. Lo importante es no interrumpirlo nunca. De esta forma es posible en un mes acumular 450 minutos de lectura en total. Esto equivale a 7 horas y media al mes. Suficiente como para completar una novela corta, o un par de relatos, o avanzar en un texto más largo. Además, si conseguimos que la pantalla del móvil o de la tablet no sea lo último que vean antes de dormir, también lograremos que alcanzan un mejor sueño y descanso, tal y como apuntan los expertos.

Además de por la noche, leer cuando se viaja también es una buena forma de aprovechar el tiempo de manera eficiente. Especialmente podremos hacerlo si viajamos en transporte público. Hay que animarles a que lleven un libro de lectura en su mochila o cartera. Por más corto que sea el viaje, siempre se pasará más rápido leyendo. Si se tiene un viaje de 30 minutos a diario tanto a la ida como a la vuelta, teniendo en cuenta solo los días hábiles se podrían alcanzar 20 horas mensuales de lectura.

También es recomendable que, al menos al principio, se lean libros cortos. De hecho, uno de los problemas que a veces uno se encuentra al leer es que esa novela que tanto quería comenzar es demasiado larga y que no puede avanzar o que nos encontramos con algunos ejemplares pesados por su prosa o con poco espacio en el interlineado. Busquemos títulos más cortos y, a priori, más sencillos de leer.

Podemos animarles, por tanto a leer relatos, cuentos y novelas cortas que se puedan terminar en una o dos semanas. O incluso cómics en un principio, al objeto de que vayan familiarizándose con la lectura y, más adelante, puedan cambiar de género sin grandes dificultades.

Y, en cuanto a la temática, hay que buscar ejemplares adaptados a las etapas infantil o juvenil, pero cambiando también de género.