La timidez en los niños

¿Cómo puede superar mi hijo su timidez? ¿Qué hago para que sea más sensible? ¿Cómo evitar que se rían de él? ¿Cómo actúo cuando tiene una rabieta? Éstas y otras muchas cuestiones se plantean cada día en  la vida de los padres, a los que les gustaría conocer cómo actuar y qué decir a sus hijos en cada ocasión durante el proceso educativo. Preguntas a menudo no fáciles de responder y que, en muchos casos, dependen de las circunstancias concretas de cada niño, de cada familia y de cada hogar.

La timidez es un rasgo de la personalidad que está presente en el 15% de los niños menores de seis años. ¿Cómo reconocerla? El niño tímido suele mostrar las siguientes actitudes:

-Intenta evitar a las personas que no le resultan familiares.

-Prefieren estar solos, antes que integrarse en un grupo.

-Si están con otros menores, suelen ser muy callados y poco participativos.

-Se muestran miedosos y recelosos con todo lo que desconocen

Los padres deben estar alerta ante estas señales, con el fin de intentar evitar que estos primeros signos de timidez puedan acrecentarse y derivar más adelante en una dificultad para establecer relaciones sociales

La timidez puede aparecer a partir del primer año del bebé, justo cuando inician sus miedos a la separación de sus padres. En estos casos, es una reacción habitual, una respuesta lógica del pequeño ante lo desconocido. Alrededor de los tres años, se debe enfrentar a un nuevo contexto social: el inicio del periodo escolar. Esta etapa puede acentuar esta conducta retraída hacia las situaciones nuevas.

La importancia de la familia

La familia es el pilar más importante en el que se apoya el menor durante su infancia, de modo que todo lo que ocurre en el hogar puede influir en el desarrollo posterior de su carácter y de sus cualidades, entre ellas ser más o menos extrovertido o inhibido.

 

Un entorno propicio para superar la timidez es aquel donde proporcionan al niño seguridad y estabilidad emocional, tranquilidad y muestras físicas de afecto frecuentes como abrazos o besos.

Por el contrario, la sobreprotección, el estrés de los padres o las conductas poco socializadoras de la familia tendrán un efecto negativo sobre el comportamiento social del pequeño.

El papel de los abuelos

En la sociedad de hoy día, donde el tiempo es un valor preciado y cada vez más escaso, la figura de los abuelos es más que imprescindible para poder conciliar la vida familiar y laboral…o simplemente para disfrutar de un rato de ocio e intimidad en pareja.

Sin embargo, la casi absoluta predisposición de los abuelos para cuidar de los nietos no debe hacernos olvidar el papel que deben ocupar ellos….y sobretodo nosotros en la educación de nuestros hijos.  En suma: El rol de los abuelos no debe confundirse con el de los padres. Por ello, ni podemos ni debemos traspasarles la que es nuestra responsabilidad,  abusando de su confianza y de la devoción que sienten por los niños, a los que generalmente cuidan y miman como nadie.

Del mismo modo, tampoco hay que  cederles demasiado protagonismo aún cuando lo reivindiquen. Será básico mantener una distinción clara de los papeles. Parece justo que les permitamos que concedan algunos caprichos a los nietos y que adopten, en determinadas ocasiones, una actitud distinta con una mayor permisibilidad, aunque deberemos controlar esta conducta para limitarla, siendo necesario en algunos casos incluso advertirles de la situación.

Respeto y diálogo

Es necesario que entre los padres y los abuelos exista una relación serena, libre de celos y respetuosa, en la que abunde el diálogo y se marque el ámbito de actuación de cada uno. Los abuelos, por un lado, deben prestar su ayuda de manera libre, no forzada, respetando siempre las decisiones de los padres, y limitándose a aconsejar y apoyar las decisiones de estos últimos. Es esencial  evitar las críticas o soluciones fáciles. Por su parte, los padres deben respetar las ideas y consejos de los abuelos, muchos de los cuales resultan de gran valía. Recordad aquel dicho: “Sabe más el diablo por viejo, que por diablo”.

En definitiva,  es incuestionable que los abuelos un recurso preciado, por no decir impagable. Y no sólo por el cuidado que dan a nuestros hijos, sino también porque han sido padres y pueden ofrecer muchos consejos útiles.

¿A qué jugamos en Halloween?

Se acerca la fiesta de Halloween y nuestros peques ya se van preparando. Pero, ¿Y vosotros? ¿También lo estáis? ¿Cómo los vais a controlar? ¿Habéis pensado en compartir tiempo con ellos disfrutando de esta fiesta cada vez más arraigada? Aquí os dejamos algunas ideas para que podáis vigilar a vuestros hijos mientras jugáis y compartís unas risas con ellos. También las podréis utilizar para  que se entretengan ellos con los amiguitos si es que habéis pensado en celebrar una fiesta en casa.

Concurso de disfraces:

Podéis organizar un desfile de moda aprovechando que, si organizáis una fiesta en Halloween, todos los niños irán disfrazados de una misma temática. E incluso dar premios a los mejores disfraces.

Truco o trato:

Un clásico que coincide con el dicho popular que caracteriza esta fiesta.  Escribe pruebas divertidas en papelitos. Después los introduces en una bolsa. Cada uno de los invitados deberá coger un papelito, sin mirar, y hacer la acción que se le propone para ganarse el premio. Piensa en premios fáciles para que todo el mundo pueda recibir su premio.

¡A cazar fantasmas!

Vamos a por los fantamas. Para ello habrá que sentar a los niños en un círculo. Inflar un globo blanco y dibujar la cara de un fantasma. Con música de terror o, por qué no, una sintonía divertida y característica, los hemos de animar a los niños a que empiecen a pasar el globo de mano en mano. Cuando pare la música el niño que tenga el globo en la mano quedará descalificado.

Cocinar galletas:

Podéis amasar galletas de diferentes formas (calabazas, arañas, fantasmas) y que cada niño la decore con los colores que más les guste. Y después siempre podéis hacer fotos de cada niño con su galleta para que tengan un recuerdo muy original.

Jugar con hilos y lanas:  

Se juega en parejas y resulta ideal porque a los niños les encanta jugar con hilos y lanas. Se trata de que las parejas se coloquen frente a frente, a una distancia de 2 metros y, con darles una bola de lana, intenten tejer una telaraña. Para ello, uno de ellos tendrá que tener una cuerda atada a la cintura y pasársela al compañero para que haga lo mismo. El equipo ganador es el que primero acabe con todo el manojo de lana.

Y, recuerda: Si podéis jugar con vuestros hijos y echaros unas risas con ellas, mejor que mejor. Será un Halloween con sabor a calabaza…pero un poco más dulce.

Qué viene Halloween…

Con el paso del tiempo, la celebración de Halloween se está convirtiendo en un clásico dentro de nuestro calendario festivo. Pese a proceder de la tradición anglosajona y tratarse de una celebración famosa y arraigada de forma especial en los Estados Unidos, su aceptación en España es cada vez mayor. Las posibilidades que ofrece para la diversión de nuestros hijos son muchas y variadas, lo que ha hecho mucho más fácil que la tengamos muy presente en nuestra agenda. Sin embargo, no estaría de más explicarles a nuestros hijos el porqué de esos disfraces de brujas y fantasmas o la razón por la que se dibujan y pintan caras con calabazas en muchos lugares. Recordad que el folclore, la diversión y el entretenimiento son compatibles con la cultura y la educación de los pequeños.

La noche de Halloween también se la conoce como la noche de las brujas y de los fantasmas. La palabra Halloween proviene de All hallow’s eve, que en el inglés antiguo significa “víspera de Todos los Santos”. De ahí que se celebre la noche del 31 de octubre, pese a que los niños la vivan con diferentes actividades durante toda la semana.  Hay que explicarles a los niños que cuando se habla de Halloween siempre se piensa en clave de diversión y humor, aunque sea utilizando elementos misteriosos y de terror como murciélagos, disfraces de brujas, fantasmas  o momia. Sin embargo, en su origen, esta celebración no era tan alegre y festiva, pues todos estos elementos y complementos no se utilizaban de forma sarcástica e irónica como ahora, sino que era sinónimo realmente de una noche de miedo.

 “Trick or Treat”

Al parecer, Halloween era la festividad principal de los Celtas, que vivían hace miles de años en la actual Gran Bretaña. Durante la noche del 31 de octubre, se reunía toda la gente del poblado, se encendían hogueras y se disfrazaban con las pieles de los animales sacrificados como forma de ahuyentar a las brujas y a los espíritus malignos. Y se imploraba la protección de los espíritus.

A cambio de concederles su protección, los muertos les pedían a su vez alimentos.De ahí viene la costumbre de pedir chuches y golosinas en la noche de Halloween, con un divertido chantaje. Es aquello de que «O me das algo o te hago una travesura» («Trick or Treat» en inglés.). Toda esa historia ha generado muchas leyendas. La fiesta llegó a Estados Unidos a través de pequeñas comunidades de irlandeses católicos a mediados del siglo XIX y se expandió la tradición por el resto del mundo hasta llegar al Mediterráneo, donde países como España también la están haciendo suya. Ya sabéis: Trick or Treat??

¿Y cómo visten a tus pequeños?

El mundo de la moda siempre se concentra en el vestir de las mujeres, quienes acaparan la mayoría del mercado; después siguen los hombres, que son más básicos, aunque cada vez el panorama registra minuciosas tendencias en outfits más atrevidos para los caballeros.

Pero, ¿quién piensa en los diseños para niños? Si bien es cierto que quien tiene la última palabra sobre lo que ellos deben portar son los padres, los niños tienen todo el derecho de ser independientes. Los pequeños también tienen derecho a vestir bien, a elegir el atuendo con el que se sientan más cómodos y que sus padres no decidan por ellos sobre la ropa que deben utilizar.

Las colecciones para niños prácticamente se inspiran sobre lo que está en tendencia para el público adulto, pero con diseños adaptados y enfocados a los peques del hogar. Las grandes marcas suelen agrupar este tipo de ropa en tres grandes grupos: para bebés, niños de dos a nueve años y jovencitos de 10 a 18 años. En ropa para adultos se analiza y se consulta sobre lo que está en boga, en el caso de los niños no hay focus groups o algo que se le parezca, sólo son llamados para patronaje y medidas, para poder producir prendas al detalle.

En cuanto al diseño, se toma como referencia el resultado en ventas obtenido en otras temporadas para analizar lo que funcionó y lo que no. La clave, y las grandes compañías lo tienen muy presente, es que la ropa guste tanto a los padres como a los niños.

Otro tema interesante son las denominadas ‘tallas cero’, es de decir, la ropa para recién nacidos. Son colecciones independientes a las demás, con colores básicos que siempre se van a utilizar y que el público en general los busca de manera obligada: el azul cielo y el rosa baby. No obstante, cada vez se busca introducir nuevas tonalidades para dar un toque novedoso, singular y más divertido como el tono lima, el naranja o el fucsia.

La importancia de la arquitectura en la educación de los niños

Los espacios y los tiempos educativos siempre han preocupado a los responsables de la educación, donde puede incidir en tres niveles.  En primer lugar, en la relación con el conocimiento. Por ejemplo, los aspectos físicos como la luz natural, la temperatura o el acceso al agua para hidratarse constantemente son claves para el aprendizaje.

En segundo lugar, como elemento de convivencia, lo que debe obligarnos a rediseñar los patios de las escuelas para favorecer los espacios de convivencia, a repensar los espacios de ocio para reconocer a los compañeros/as y evitar así las violencias o los bullings. Y, en tercer lugar, como contexto de aprendizaje dentro y fuera de la escuela. Aquí encontramos las denominadas arquitecturas invisibles, es decir, cuando la arquitectura concebida como tal desaparece y la educación, al mismo tiempo, va más allá del espacio físico de la escuela”.

Muchos arquitectos y urbanistas coinciden en que, si queremos  ciudadanos abiertos, creativos e imaginativos, hemos de crear espacios que propicien todos estos aprendizajes. De la misma forma que gran cantidad de pedagogos y expertos en educación sostiene que no siempre se puede aprender de la misma forma ni en el mismo entorno.

Parece ser que un edificio que permita situaciones distintas, que tenga espacios más íntimos, espacios intermedios y lugares grandes de encuentro abrirá posibilidades a los alumnos que podrían elegir qué espacio utilizar para cada ocasión dependiendo de la fase en que se encuentren.  Hablamos de edificios heterogéneos y versátiles que ayuden a fomentar la autonomía del alumnado, que aprende cuál es el entorno más adecuado para cada ocasión.

Existe una relación directa entre el espacio físico en el que los niños pequeños aprenden y la forma en que aprenden, cómo construyen su conocimiento y gestionan su conducta, pero también en la forma en que conectan con los demás, en cómo son sus relaciones y el modo en que pueden despertar el cerebro social.

El diseño del espacio, por tanto, puede favorecer ciertas formas de conducta. Por eso resulta llamativo cómo muchos colegios siguen un esquema mucho más parecido a una cárcel que a una oficina, por ejemplo. Las aulas ya no pueden ser cerradas para separar a los niños por edades, porque lo mejor para el cerebro es aprender a partir de un currículum integrado, en espacios abiertos, y en relación constante con otros, mediante proyectos que pongan el acento en lo social”.

 

Volver a la rutina (II)

Hace pocos días os hablamos en el blog de Xiquets.net, la Guía de las Familias de la Marina, sobre la vuelta de los niños a la rutina tras las vacaciones de verano, incluyendo la vuelta al cole. En este sentido, recordad que aunque las rutinas no son nuevas, no podemos volver al orden establecido de un día para otro. Para sentirse sanos, equilibrados y felices, los niños tienen que estar en consonancia con sus ritmos biológicos.

Nos encontramos con dos hábitos que es importante apuntalar bien: la comida y el sueño. Lo más probable es que durante el verano hayan cambiado, y no solo de horario… también de ritual. Para recuperar la rutina de la comida es importante establecer un ritual bien claro. Por ejemplo: el anuncio de la comida (¡a comer!), lavarse las manos, sentarle en su silla y ponerle su babero, sentarse todos a la vez, no permitir levantarse de la mesa y comer tranquilamente pero sin pausa. Relajados, pasándolo bien… pero respetando nuestras propias reglas.

Es probable que las costumbres también hayan cambiado respecto a la hora de dormir, aunque es menos probable. Y es que dormir también requiere su ritual: ¿baño, pijama, cena, cuento, cama? ¿Con su osito esperándonos en la almohada y el cuento elegido entre ambos? ¿Con música relajante mientras leemos el cuento? Nosotros diseñamos lo que mejor le va a nuestro hijo, pero es importante que todos los días repitamos los mismos pasos, a la misma hora.

La vuelta al cole

Una vez iniciado el curso, todavía podemos disfrutar de un buen clima. Los expertos recomiendan seguir realizando las actividades de parque o piscina durante unos días. No conviene romper de forma brusca con algunas rutinas o costumbres que, pese a ser más habituales en verano, no dejan de ser saludables y convenientes en invierno, siempre y cuando podamos organizar nuestro tiempo y el de nuestros hijos.

Y lo más importante para volver a la rutina y hacer más llevadera la vuelta a la normalidad: Mantener una actitud positiva. Fundamental para contagiar de bueno humor y energía a nuestros hijos y hacerles más llevadera su vuelta al cole, además de propiciar un mejor y más agradable clima en nuestro hogar.

Uniforme escolar: ¿Sí o no?

Una de las eternas discusiones que lleva aparejada la vuelta al cole es la utilización del uniforme escolar. En algunos centros es obligatorio y, en otros muchos, se trata de una norma que ya olvidada. Como en casi todo, podemos encontrar ventajas e inconvenientes al hecho de que nuestros hijos vistan uniforme.

 

Entre los pros, los partidarios defienden que permite ahorrar tiempo y discusiones por la mañana para elegir la ropa de los niños, que ya saben lo que se deben poner cada día e incluso pueden cambiarse solos. Otro de los argumentos de los partidarios del uniforme es que, además de unificar, también da una cierta identidad a los niños. Y para aquellos más preocupados por el bolsillo, el uniforme, tras el desembolso inicial, supone un innegable ahorro económico, además de que puede ser heredado entre hermanos.

 

También es cierto que, guste más o guste menos, suele ser una importante vía para evitar las diferencias en el colegio. En teoría,  el uniforme les hace más iguales, evita a que algunos se sientan inferiores o menos valorados que otros e incluso reduce las burlas y conflictos entre los alumnos,  evitando las comparaciones sobre tipos de prendas o marcas en la ropa de vestir.

 

En el otro lado de la balanza se sitúan aquellos que rechazan la utilización del uniforme. Alegan que suelen ser muy caros y son son difíciles de encontrar en determinadas épocas del año, especialmente en las ciudades más pequeñas, pues la producción sólo se concentra al comienzo del curso escolar.

 

También alegan que el informe suprime la individualidad de los niños, frenando su creatividad y coartando su libertad y la de sus padres.  Sostienen que los niños y jóvenes expresan su personalidad y sentimientos a través de la ropa que llevan y que las escuelas deberían enseñar a los alumnos a pensar en libertad, por lo que obligarles a llevar a todos la misma ropa  no contribuye a este fin. Además, consideran que es una característica propia del pasado o de colegios elitistas que buscan diferenciarse respecto a otros centros.

 

¿Y vosotros? ¿Qué pensáis? Os leemos en el Facebook y en el blog de Xiquets.net: la Guía para las familias de la Marina Alta.

Volver a la rutina. ¿Cómo hacerlo? (I)

Tras el verano, la vuelta a la rutina no es fácil, ni para nosotros ni para el resto de nuestra familia. En el caso de nuestros hijos, hay que ir poco a poco encauzando sus ritmos hacia un horario que podamos compartir con él, y que podamos aplicar todos los días durante los meses fríos.

Durante el periodo estival las horas de dormir, de comer o el tiempo que pasamos juntos ha variado con respecto al invierno. De ahí que necesitemos crear un periodo de adaptación que puede oscilar entre las dos y las tres semanas. Os apuntamos algunas claves durante el mismo:

-Introducir los cambios de uno en uno o de dos en dos, ya que las rutinas no son totalmente nuevas. Como son un «recuerdo», no tardará tanto en integrarlas, pero aún así es importante respetar el tiempo de adaptación a cada cambio. Puede tardar desde un día hasta una semana.

-Anticiparle los cambios: con dos años es pequeño, pero le interesa todo lo que atañe a su vida. Le podemos decir que nos vamos a acostar antes, o levantar más temprano, o que vamos a empezar a ir al cole. Es importante hacerle partícipe del cambio.

-Hacer los cambios de forma progresiva: si en verano se levantaba a las 10 h. no podemos despertarlo a las 7 h. de un día para otro. Deberíamos tomarnos nuestro tiempo: levantarle unos días a las 9 h., otros a las 8 h… para finalmente llegar al objetivo.

En cuanto a las horas de las comidas: ¿Qué orden seguir?

La hora de irse a la cama. Es lo primero que deberíamos cambiar. Para volver a acostarse antes, organizaremos una cansada tarde de actividades, la puerta de entrada a un sueño feliz. Si le acostamos más temprano, también podremos levantarle antes.

La hora de levantarse. Es la consecuencia de la hora a la que acostemos al pequeño. Es importante que sus horas de sueño sean de calidad y que el sueño dure más o menos lo mismo. Nunca menos.

La hora de la comida. Horarios y tiempo de comida, lugar, forma de hacerlo, menú… todo ha podido cambiar durante el verano. La hora de la comida es mejor integrarla directamente, sin transiciones.

La hora de entrar a la guardería. Si el pequeño va a la guardería, es mejor llevarle una semana antes e ir dejándole más horas conforme avanza la semana. Si esta adaptación la podemos realizar en dos semanas será una transición aún más tranquila para el niño.

Horas de sueño

Llega la vuelta al cole y los niños deben de ir adaptándose a los nuevos horarios, pero, ¿cuál es la hora más adecuada para irse a la cama? Nos hemos encontrado este cuadro en la web http://tlvz.com, que por su interés aquí reproducimos.

Según la edad del niño y la hora a la que debería de levantarse, el cuadro nos proporciona la hora recomendable para irse a la cama.