¿Qué sabemos de la neuroeducación?

Desde el blog de Xiquets.net os invitamos a conocer y reflexionar sobre el término neuroeducación. “No todas las personas tenemos los mismos tiempos de maduración en cada una de las áreas de nuestro cerebro”, explica Francisco Mora, catedrático de Fisiología Humana, doctor en Medicina y Neurociencias.

Por eso, explica, no conviene forzar el aprendizaje en áreas como la lectura, la escritura o la psicomotricidad antes de que el cerebro del niño esté preparado, pues de hacerlo lo podemos conseguir a través de un aprendizaje que tenga como refuerzos el dolor y la imposición, sentimientos y sensaciones negativas que el pequeño querrá olvidar cuándo antes por resultarle desagradables y hasta traumáticas.

De hecho, se entiende que hasta los siete años el cerebro de los niños no está plenamente maduro para aprender a leer. Eso no implica que no puedan hacerlo; más bien que aquellos que no hayan leído hasta alcanzar esa edad pueden llegar a realizarlo con efectividad y éxito pese a haberse iniciado de forma más tardía. Es todo una cuestión de tiempos.

Precisamente de tiempos y de medidas concretas, de perfiles concretos y de singularidades, de procesos individuales lejos de estándares comunes; y de huir de vanas generalidades es de lo que trata en gran medida la neuroeducación, un nuevo concepto que está ganando cada vez más adeptos entre la comunidad científica y pedagógica. Neuroeducación como un nuevo paradigma que propone un sistema educativo basado en las características y los tiempos de aprendizaje de cada niño, lejos de la estandarización sistemática por la que se opta cuando surge cualquier debate del modelo educativo.

Otra idea asociada al concepto de neuroeducación es la defensa de que todo pensamiento, toda idea requiere de una emoción que la sostenga o, cuando menos, que la enriquezca y dote de mayor sentido.

Para Mora, hablar de este nuevo concepto implica recablear el cerebro, transformarlo. “Nadie que aprenda algo nuevo tendrá el mismo cerebro que mañana”. Y es que, lo mejor para aprender es tratar de enseñar”, subraya. Para ello insiste en el papel primordial de los docentes en una doble perspectiva: por un lado, como transmisores de unos valores que deben poseer previamente para poder predicar con el ejemplo; por otro, conseguir que sus aprendices desarrollen un sentido de la curiosidad que les ayude a interiorizar con facilidad y entusiasmo los nuevos conocimientos que deben adquirir. El reto no es menor. Pero sí posible de lograr.

Juegos tradicionales de Pascua: el cachirulo, la comba…

¿Os acordáis del cachirulo o la comba? Seguro que muchos de vosotros, de pequeños, pasabais muchas horas disfrutando y jugando con los amiguitos. No obstante, con la aparición de los videojuegos y los teléfonos móviles muchos de vuestros hijos no tendrán la más remota idea de lo que hablamos.

La Semana Santa y las vacaciones de Pascua, que suelen coincidir con la llegada del buen tiempo, son una perfecta ocasión para disfrutar al aire libre. No estaría mal, por tanto, que les enseñarais qué es el cachirulo, es decir, esa especie de cometa artesanal de papel y caña que muchas veces se confeccionaba en casa y que se volaba por estas fechas.

Existen dos tipos de cachirulo, el hexagonal, que es el más tradicional, y el de estrella. Ambos están pensados para volar, pero el segundo, quizá, sea más decorativo. Los materiales de construcción sí son los mismos: papel, caña de río e hilo de palomar, aunque también se pueden incluir varios parches, por si el papel se rompe. A fin de evitar que se rompa, se recomienda transportarlo a pie, llevarlo debajo del brazo y sujeto por el centro de las cañas. Otro valioso consejo es nunca correr de espaldas y, a poder ser, añadirle una cola para que haga de contrapeso. ¡Ah! No olvidéis comprar un rollo de hilo de palomar en la ferretería.

Si no queréis hacerlo, podéis buscarlo. Algunas tiendas aún lo ofrecen. De hecho, en los últimos tiempos se está volviendo a la costumbre de regalar al niño un cachirulo o, al menos, una cometa de plástico para volarla.  Puede ser una opción divertida para estos días de Pascua, tanto si vamos al campo como a la playa.

Además, de los cachirulos,  también podemos jugar con nuestros hijos o nietos a la comba, para saltar para saltar solo o acompañado, un juego tradicional que parece que también está volviendo a interesar a los más pequeños. Junto a cachirulos o combas también parecen resurgir otras opciones para la diversión como los disfraces, muñecos, caretas, las cartas o juegos de mesa, aunque ganarle la partida a las videoconsolas parece difícil.

Desde el blog de Xiquets.net, la guía para las familias de La Marina, os deseamos que disfrutéis mucho durante estas vacaciones de Semana Santa y días de Pascua.

Nos vamos de viaje en Semana Santa: ¡Todos al coche!

Ya está aquí la Semana Santa. Muchos de vosotros están deseando que lleguen estos días de descanso para tomaros un respiro y hacer una escapada con la familia. El destino casi es lo de menos. Lo importante es coger aire y desconectar de la rutina. Pero, antes de comenzar el viaje: ¿Todo en orden?

La mayoría optáis por el coche, bien por economía, por comodidad o por libertad, tanto en los horarios como en el ritmo de viaje. Sin embargo, los niños suelen aburrirse pronto al encontrarse en un espacio cerrado y sin mucho que hacer. Llevar juegos o reproductores de DVD portátiles es un recurso muy utilizado y efectivo.

Pero más allá de que se diviertan, lo importante es que todos estén seguros a bordo. En alguna ocasión ha os hemos hablado en el blog de Xiquets.net de los tipos de sillas homologadas así como de otros mecanismos de seguridad en el vehículo, pero vamos a hacer un poco de memoria repasando aquellas más importantes para que nadie se descuide y evitar sustos, que al fin y al cabo es lo más importante.

La seguridad en automóvil es un elemento fundamental, por eso los padres extremamos la precaución para tener a punto todo los elementos a nuestro alcance.

Activar el cierre centralizado y los seguros para niños en las puertas nunca está de más. Todo lo contrario. Por supuesto todos los ocupantes del vehículo deben estar perfectamente ubicados en él y tener colocado el cinturón de seguridad. Como hemos dicho,  las sillitas donde van los más ‘peques’ deben estar homologadas y ser las adecuadas a la edad, al peso y altura, recomendándose situar al niño en el asiento central trasero ya que, al estar más lejos de las puertas laterales, es más seguro en caso de impacto.

Recordar también  que los bebés de menos de un año y nueve kilos de peso deberían viajar mirando hacia atrás, en sentido contrario de la marcha del coche. El motivo es que la proporción de peso de la cabeza con respecto al cuerpo es muy grande y, en caso de frenazo o golpe frontal, el daño es menor. En sentido contrario, el movimiento de reacción se ve contrarrestado por el propio respaldo de la sillita.

Si ya lo tenéis todo previsto y comprobado… ¡Buen viaje y a disfrutar!

¿En qué momento debe mi hijo empezar a comer alimentos sólidos?

En nuestro artículo semanal del blog de Xiquets.net, la revista de las familias de La Marina, abordamos una de las muchas preguntas que os hacéis padres y madres cuando tenéis un niño pequeño. ¿A qué edad debe comenzar a comer de todo? ¿Cuándo es el momento de que abandone la papilla, caldos o purés y se pueda alimentar de productos sólidos? ¿Cómo puedo saber cuándo ha llegado la hora de afrontar este cambio?

Como siempre solemos iniciar este tipo de artículos, hay que decir que cada niño puede ser un mundo y que dependerá de sus características, habilidades y condiciones. No obstante, los expertos señalan que el mejor momento para incorporar alimentos sólidos suele ser una vez que el bebé ha desarrollado las habilidades necesarias para comer. Si está amamantando, los médicos recomiendan esperar hasta que el niño tenga 6 meses de edad. Si no lo está, es aconsejable que hagamos el cambio si está interesado en los alimentos (por ejemplo, mira cómo comen los demás, trata de tomar la comida y abre la boca cuando se acerca la comida), tiene las aptitudes motrices bucales como para mover los alimentos hacia la garganta y tragarlos o suele pesar el doble de lo que pesaba al nacer.

No hay que precipitarse

Si no obsevamos ninguna de estas señales, convendrá esperar un poco o consultar al especialista. En ningún momento habrá que precipitarse ni tratar de adelantarse por miedo a que no se alimente de forma correcta. Más bien al contrario: Los bebés que comienzan a comer alimentos sólidos antes de los 4 meses presentan un mayor riesgo de obesidad. Además, si intentamos alimentar a nuestro hijo con sólidos antes de esta edad, es posible que  escupa los alimentos tan pronto como se los coloquemos en la boca.

Y cuando llegue el momento, ¿Qué?

Cuando sea el momento adecuado, ése que estábamos esperando y que ya hemos detectado, habrá que comenzar el cambio de dieta con un cereal fortificado con hierro (tradicionalmente, el cereal de arroz es el primer alimento para los bebés, pero se puede comenzar con otro cereal). En esta etapa, los alimentos sólidos se deben dar después de amamantar al bebé o de alimentarlo con fórmula, no antes. De esta manera, el bebé se llenará con la leche materna o la fórmula que debe continuar siendo la principal fuente de nutrientes del bebé hasta el año.

Una vez que el pequeño acepte bien el cereal, deberemos ir introduciendo una variedad de frutas, verduras y carnes en puré. Y esperare unos cuantos días antes de incorporar un nuevo alimento para asegurarnos que el bebé no presente una reacción alérgica.

¿A qué edad podemos dejar a los niños solos en casa?

Hoy en día los adultos (y casi que también los niños) tenemos un sinfín de ocupaciones y obligaciones. Dependiendo de los días y las horas, dejar a los peques para poder hacerlas puede ser relativamente sencillo o convertirse en un problema, especialmente si no tenemos abuelos, familiares o canguros de los cuales echar mano en un momento determinado o en caso de urgencia.

Ante esta realidad, muchos padres se preguntan desde cuándo podrán dejar a sus hijos solos en casa o si existe una edad legal para esto. Actualmente, la ley española no recoge una edad mínima en la que se regule la posibilidad de dejar a un menor solo en una vivienda, si bien abandonar al niño o dejarlo desamparado puede comportar consecuencia legales importantes, desde sanciones a  la intervención de los servicios sociales o incluso el poder solicitar la retirada de la custodia por negligencia o desamparo si se concluye que el niño está en una situación de riesgo.

Más allá de la legislación, psicólogos, pedadogos o pediatras no se ponen de acuerdo sobre cuándo es la edad más indicada para poder dejar solos a nuestros hijos en casa, señalando que se trata más de una cuestión de madurez individual que de edad cronológica. Si hay que concretar una edad, los expertos señalan que  en caso de no tener más remedio, no debería ser antes de los 9 o 10 años, dependiendo siempre de esta madurez a la que aludimos.

Sin embargo, un informe promovido por la Fundación Mapfre y la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria cuyo título es “Accidentes de la población infantil española” y que indica que el 9,1% de los menores de 12 años se quedan en casa solos y, que de estos, el 5% tiene menos de cuatro años. Estamos hablando por lo tanto de menores sin las capacidades necesarias para cuidar de sí mismos y menos aún de un hogar.

No es fácil mesurar la madurez de los niños para saber si están preparados, aunque hay una serie de parámetros que nos pueden servir de indicadores. Por ejemplo, asegurarnos de que el niño obedece las normas y sabe cuáles son los límites que no se pueden traspasar, si tiene conocimientos para cuidar de sí mismo mientras permanezca solo o su capacidad para saber a quién llamar en caso de emergencia. Conocer los posibles peligros que entrañan los electrodomésticos o ser prudente son otros factores que deberían tener muy presentes los niños antes de quedarse solos en casa.

¿Es bueno que los niños vayan solos al colegio? ¿A qué edad?

Hoy en día la mayor parte de los niños van al colegio con sus padres, en el coche, o en el autobús escolar, que los recoge muy cerca de casa. Los hay que también van solos al colegio, aunque depende de la proximidad al mismo, de la edad de nuestros hijos…y también de vosotros mismos, que teméis dejarlos solos por miedo a que suceda algo.

Es comprensible que los padres os resistáis, por regla general, a que los niños vayan solos a la escuela por temor a que les aceche cualquier tipo de peligro. La seguridad es siempre lo más importante, aunque, ¿No estamos coartando la autonomía de nuestros hijos?

Cuándo pueden ir solos los niños a la escuela

Entre los 8 y los 12 años los niños y niñas tienen capacidad suficiente para poder desenvolverse con autonomía en las calles después de haber recibido una educación vial adecuada y siempre bajo las indicaciones de seguridad de los padres, indicando las zonas de riesgo y las mejores alternativas para llegar. Pero esta autonomía no sólo dependerá de la edad sino también de la madurez del pequeño y de la zona en la que se resida, además de la zona donde esté el colegio.

Si tenéis la escuela en vuestra misma población y cabe la posibilidad que vuestro hijo vaya solo a la escuela y queréis que lo haga, es recomendable que las primeras veces lo hagamos con cierta supervisión o le recomendemos que vaya en grupo a la escuela, aunque cuando veamos que todo transcurre con normalidad y podemos confiar en él, deberemos darle esa libertad y posibilidad de elegir.

Lo más importante es saber que cada niño y cada situación son diferentes, y que la decisión debe ser solo vuestra. Y, si por el motivo que sea decidís que aún no ha llegado ese momento, no os agobiéis: esto no va a repercutir negativamente en su autonomía, la cual conforma con otros importantes aspectos de su vida cotidiana: ordenar su habitación, organizarse la cartera del colegio, responsabilizarse de sus tareas escolares o del material de sus extraescolares, encargarse de su desayuno, de su aseo personal, etc…

¿Por qué es importante implicar a los niños en las tareas del hogar?

Los niños, como tales, además de jugar y divertirse también tienen una serie de responsabilidades a las que deben hacer frente. La principal es ir al colegio a estudiar y aprender, pero también hay otras tareas importantes a las que deben contribuir, caso de las tareas del hogar,a las que no deben ser ajenos. Todo lo contrario: cuanto más pronto les enseñemos y mentalicemos, más fácil será habituarlos a colaborar en casa y más familiarizados estarán con este tipo de trabajos a los que, cuando sean adultos, deberán hacer frente con mucha asiduidad.

Ello no solo les ayudará a ser más disciplinados y seguir las normas sino que también contribuirá a que ganen en autonomía e independencia.

Beneficios de implicar a los niños en las tareas del hogar

Varios son los beneficios que tiene implicar a los niños en las tareas del hogar, aunque siempre con un límite y haciéndoles ver que se trata no sólo de una obligación, sino también de una tarea que además de necesaria puede ser divertida y que ayudará también a compartir tiempo en casa. Entre los beneficios destacamos:

-Fomenta la seguridad en sí mismo. El hecho de que los padres pidan a sus hijos que les ayuden en las tareas domésticas representa mucho para los niños. Los pequeños lo percibirán como un gran gesto de confianza y se sentirán valorados por sus padres, lo cual estimulará la seguridad en sí mismos y su autoestima.

-Facilita la instauración de hábitos. Los hábitos son muy importantes en la vida de los niños ya que no solo les permiten organizarse mejor sino que también les hacen sentir más seguros. Además, se ha encontrado que los pequeños que siguen hábitos en el hogar suelen tener un mejor rendimiento académico ya que tienden a tener un mayor desarrollo de su pensamiento lógico.

-Desarrolla las habilidades motoras. Hacer la cama, ordenar los juguetes, vestirse o poner la mesa son ejercicios excelentes para estimular el equilibrio y la coordinación motora de los niños

-Estimula la capacidad de colaboración. Cuando los niños se saben partícipes de las tareas del hogar sienten que forman parte de un equipo. Esta sensación de pertenecer a un grupo y de poder colaborar con el resto de los miembros de la familia desarrollará su capacidad para seguir instrucciones y su habilidad para trabajar en grupo.

-Potencia el sentido de organización. Se ha demostrado que los niños que participan desde pequeños en las tareas del hogar suelen ser más organizados en comparación con quienes no lo hacen hasta una edad avanzada.

Llevar a los niños enfermos al cole…¿Sí o No?

Suena el despertador y nuestro hijo no se levanta. Nos percatamos de que no tiene buena cara. Al revés, parece que está enfermo o, al menos, no se encuentra bien. Le ponemos el termómetro para ver si tiene fiebre y comprobamos que únicamente tiene algunas décimas. Y ahora viene la duda: ¿Qué hacemos? ¿Lo llevamos al cole o lo dejamos en casa?

Se trata de un tema delicado tanto para las familias como para los colegios, que en muchas ocasiones se encuentran con niños que llegan enfermos de casa y que, con el paso de las horas, van empeorando.  En este sentido los educadores defienden que el niño siempre se quede en casa con fiebre -aunque tan solo tenga unas décimas- para evitar contagios innecesarios a otros alumnos y a las propias educadoras; una parte importante de los padres están de acuerdo con esto para evitar infecciones, pero hay algunos otros que ante esta situación terminan llevando al niño al cole.

¿Por qué lo llevamos al cole aunque esté enfermo?

Entre los motivos que fuerzan a muchos padres a tomar esta decisión encontramos la falta de recursos para hacerse cargo del pequeño enfermo. No poder echar mano de los abuelos o carecer de alguna persona de confianza para que se haga cargo del niño son algunas de las causas más habituales. Hablamos, por regla general, de familias donde tanto el padre como la madre trabajan fuera de casa y tienen muy complicada la conciliación de ambas cuestiones, especialmente sin haberlo planificado con tiempo. En otros casos, la cuestión es que apenas si se le da importancia a las décimas de fiebre o a esos primeros síntomas que presenta el pequeño, pese a que los mismos pueden acentuarse. En este último término, los padres suelen restar poca importancia a estos síntomas porque creen que la patología no es suficiente.

Un punto de vista esencia en este asunto es la de los médicos. Los profesionales de la medicina, por regla general, sostienen que cuando el termómetro marca 38 grados de temperatura es fiebre para todos, pequeños y adultos, con independencia de que la temperatura basal -la más baja del cuerpo en reposo- sea más baja en los menores que en los adultos. Según los expertos no existen niños de fiebres bajas, sino que lo que sí existe es la fiebrefobia, es decir, un excesivo miedo y preocupación por parte de los padres ante un mecanismo de defensa normal de nuestro organismo, explican los pediatras, que al respecto aclaran que la aparición de la fiebre durante los primeros años de vida es fundamental para ayudar a fortalecer la inmunidad del niño.

Por tanto, los pediatras recomiendan acudir al hospital solo cuando el niño tenga más de 40 grados; lleve cuatro días con síntomas o tengan menos de tres meses de vida.

Los niños y el móvil: ¿Cuándo es recomendable comprarles el primer teléfono?

El que los niños tengan o no tenga móvil y a qué edad es más recomendable comprarles su primer Smartphone es una de las cuestiones que está a debate en la sociedad de hoy día, en la que las nuevas tecnologías en general, y los móviles, en particular, se han convertido en imprescindibles en buena parte de nuestra vida diaria, básicamente por la mensajería instantánea y la posibilidad de conectarse a internet (webs, redes sociales…).

Lo cierto es que no hay un consenso claro entre los expertos a la hora de fijar un momento concreto. La madurez del niño, las circunstancias particulares de la familia, el entorno en el que se mueva el pequeño…hay varios factores que resultan decisivos a la hora de comprarle o no un dispositivo móvil. Las estadísticas indican que sobre los 12 años tres de cada cuatro niños dispone de su propio teléfono

En lo que sí coinciden muchos es en la importancia de que el nuestro hijo tenga claro para qué se le ha comprado el móvil, cuáles han de ser los usos del mismo…y que actúe en consecuencia, especialmente en cuanto al uso de internet. La posibilidad de limitar el uso del teléfono en determinados horarios y espacios es una de las soluciones que adoptan muchos padres, como también restringir las opciones del dispositivo a través de un perfil que no le permita hacer descargas sin la autorización de los adultos o un móvil que únicamente vaya con wi-fi, es decir, que no tenga datos e impida al pequeño estar conectado continuamente a internet aunque con la posibilidad de que llame por teléfono o envíe un SMS si lo necesita.

La entrada en la adolescencia

Cuando los niños entran en la educación secundaria y, por consiguiente, pasan de la niñez a la adolescencia es probable que nos pidan el teléfono móvil, argumentando que todos sus compañeros de clase ya disponen de uno y que lo necesita a toda costa para poder comunicarse con ellos o con nosotros en caso de que salgan a dar una vuelta y necesiten ayuda.

En este punto se recomienda a los padres que siempre actúen según sus convicciones y que tampoco se dejen  llevar por prejuicios o presiones ante comentarios como: “Soy el único de mis amigos que no tiene  móvil” o “en clase se han reído de mí porque todos tienen teléfono y a mí no me dejan tenerlo”. Estos hechos deberán contrastarse y dejar claro al niño la decisión que se toma y el porqué, estableciendo unas normas o fijando unas pautas que nunca deben quebrantarse.

Cómo ayudar a mi hijo con los deberes del colegio

Los que tenéis hijos que ya van al colegio estáis acostumbrados a que lleguen por la tarde cargados con deberes. No vamos a plantear el debate (que sí hemos tratado en algún que otro post del blog de Xiquets.net) sobre la conveniencia o no de que los niños hagan tarea fuera del horario escolar, aunque sí que vamos a daros unas pautas para que ayudéis a vuestro hijo con la realización de la misma.

Inicialmente es fundamental conocer qué está estudiando, cómo es el ambiente de la clase/colegio y cuál el rendimiento del niño. Os aconsejamos, en este sentido, que os reunáis periódicamente con el tutor y/profesores para intercambiar impresiones, siempre en una actitud abierta y constructiva. Se trata de sumar esfuerzos, no de buscar conflictos a la hora de buscar responsabilidades o posibles culpables.

Sería interesante que acudierais tanto a las reuniones escolares que se lleven a cabo como a las posibles conferencias y/o jornadas de formación que se organicen entre padres y maestros. Del mismo modo, instituciones como el ayuntamiento de vuestro municipio o la administración autonómica suelen organizar charlas periódicas sobre aspectos interesantes relacionados no sólo con el colegio, sino también con los hábitos sociales y conductuales de distintas edades.

En caso de detectarse problemas de aprendizaje, consultar con los docentes y la dirección del colegio la posibilidad o necesidad de que el niño tenga un refuerzo específico en alguna materia. La consulta con los profesores y el departamento de orientación, formado por psicólogos y pedagogos, puede resultar muy útil para aconsejaros, según las carencias que pueda presentar vuestro hijo. En este caso no hablamos sólo de clases particulares fuera del colegio, sino de adaptaciones y horas de refuerzo en el mismo centro, si es que existe esta opción.

Supervisar la tarea es otra práctica que os recomendamos. No se trata de que hagáis los ejercicios o estudiéis por ellos, puesto que ni debéis hacerlo ni es este el objetivo. Pero sí que les echemos una mano en un momento determinado (si vemos que ha intentado resolver un problema y no ha podido) pero siempre dándole unas pautas para que pueda acabar o corregir por el mismo las tareas. Y cuando hablamos de supervisar, también nos referimos a verificar que ha hecho los trabajos pendientes, para evitar que se haya despistado o que se acostumbre a no hacer los ejercicios que le mandan para casa. Hay que hacerles comprender que todos tenemos obligaciones y, entre las de ellos, están básicamente los estudios.

A todo ello también ayudará si preparamos y acondicionamos un lugar específico y fijo para que nuestro hijo estudie, si marcamos una hora concreta de principio y fin de los deberes que debe realizar (podemos consensuarla con ellos tras comprobar la cantidad y el tipo de ejercicios pendientes) y eliminar, durante las horas de estudio, distracciones tan comunes hoy día como el televisor, el móvil y las redes sociales.

¡Ánimo y a por ello!