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Aprendiendo a dominar el estrés.

Aprendiendo a dominar el estrés.

Llegan las semanas de exámenes en el colegio. Tanto Paula como Álex cursan segundo de la ESO. Los dos sacan notas similares. El ambiente familiar es bueno en los dos casos. En definitiva, son dos niños con las mismas capacidades, dotados de las mismas aptitudes, y se van a enfrentar al mismo examen. Sin embargo Álex llega algo cansado física y anímicamente: no ha dormido bien, tiene dolores de cabeza pasajeros y siente malestar en el estómago. Álex sufre estrés, mientras que Paula, aunque está algo nerviosa, no da señales de venirse abajo.

 

Ante esta situación podríamos afirmar, como si no pudiéramos hacer nada, que es una cuestión genética. Es verdad que hay un gen que, sin entrar en detalles, controla la cantidad de dopamina en el cerebro. Con una variante del gen somos personas tranquilas y concentradas, desarrollaremos tareas con precisión o aprovecharemos el tiempo de estudio. Con la otra variante seremos más decisivos, rápidos y avispados.

 

El problema es que los que sacan buenas notas durante el curso, los aplicados y los que tienen la primera variante del gen, precisamente por ello, se bloquean en situaciones de estrés puntuales. Y un examen suele es una prueba corta donde demostrar lo mejor que sabes, y que tiene un gran peso en la nota final.
 

Unos tenderán a preocuparse, y los otros a “pelear”, porque genéticamente están programados para ello. Sin embargo sí que tenemos espacio para lidiar con el estrés.

 

Todo parte de un problema al entender la “competición”. Los que peor resisten los nervios tienden a pensar en la competición como algo que les provoca miedo. Esto puede verse representado de muchas formas, pero el foco de los nervios es el miedo. Es conveniente darle la vuelta y hacer como los que lo llevan mejor: un examen, una competición, es una oportunidad de medirse. Y el estrés es la pila de energía extra para superarlo.

 

Un experimento. A una clase de estudiantes se les dijo que se les iba a hacer una prueba para evaluar el nivel de estrés en el sistema nervioso. De esa clase, a la mitad se les pasó una nota, además, que les decía que no se preocuparan, que su nerviosismo puede estimularles para hacerlo mejor. El resultado fue que los alumnos que leyeron la nota sacaron una puntuación un 50% más alta.

 

Estas son las líneas generales de actuación:

 

  • Aceptar las situaciones de estrés, pueden ser de ayuda.
  • Encontrar momentos de competencia divertidas, aunque los resultados no sean importantes.
  • Empatizar con el éxito. Es conveniente celebrar los éxitos y los problemas superados, y recordar el valor que el estrés tuvo al llegar problemas nuevos.
  • Encontrar cuándo una situación de estrés se vuelve en un trámite terrible. Razones por las que una competición “sana” y enriquecedora se vuelve un foco de miedo.

Fuente: nytimes.com