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Papá: De mayor quiero ser Youtuber

Papá: De mayor quiero ser Youtuber

A la pregunta: “Y tú, de mayor , ¿Qué quieres ser?”, una respuesta cada vez más frecuente suele ser: “Papá, mamá, quiero ser Youtuber”. El fenómeno Youtuber ha aparecido con fuerza y no para de crecer, convirtiéndose en una tendencia a la orden del día fruto del deseo de nuestros hijos, que aspiran a convertirse en uno de esos pequeños de cinco, seis o siete años que son capaces de seducir delante de la cámara a un público infantil que ha dejado de consumir contenidos en la televisión y se ha mudado a internet.

Lo curioso de todo es que son sus propios padres quienes lo graban con la cámara y, en la mayor parte de casos, suben el contenido audiovisual a Youtube, la red social más popular para visualizar vídeos. De ahí el nombre de Youtuber. Este fenómeno, que ha aterrizado en España con fuerza, ha pasado de ser un mero entretenimiento de las familias, que comenzaron produciendo estos vídeos para compartirlo y disfrutarlo con amigos y otros familiares, para convertirse en todo un negocio, con miles (en algunos casos, millones) de visualizaciones, suscriptores y, por ende, anunciantes a los que les interesa esta práctica como polo de atracción de consumidores potenciales. De hecho, y sólo en nuestro país, siete de cada diez niños entre los dos y los once años consumen vídeos de Youtube a diario.

Las temáticas son muy variadas, desde cómo hacer manualidades, recetas de cocina o la decorar la habitación hasta cómo ha transcurrido el primer día de colegio, pasando por lo divertida que han sido las vacaciones o la experiencia de visitar un parque de atracciones. Según los expertos, el éxito está en ser auténtico, establecer una temática, crear contenido y fijar una audiencia específica.  Resumiendo: son niños que hablan a otros niños en su mismo lenguaje, por lo que son capaces de llegar a ellos. Obviamente también es importante que los vídeos tengan determinados atractivos como miniaturas y mucho color.

¿Negocio o disparate?

Los Youtubers logran que sus vídeos tengan rentabilidad a través de los anuncios de Google Adwords o contactando directamente con empresas que buscan publicitar sus productos, fundamentalmente juguetes, cromos,  videojuegos, golosinas o disfraces. Cuanto mayor sea la calidad del vídeo, más visualizaciones y suscripciones tendrá y, en consecuencia, más probabilidad tendrá de llamar la atención de los anunciantes.

Pero, por otro lado, los psicólogos advierten de que una cosa es entender la producción de vídeos como un pasatiempo que entretiene y fomenta la creatividad a través de las nuevas tecnologías, y otra es entender este canal como un negocio puro y duro, con la exigencia y condicionantes que ello puede suponer para los niños, además del riesgo de vulnerar su privacidad e intimidad. En este sentido, y considerando que la edad mínima para abrir un canal de Youtube son los 14 años, el papel de los padres es primordial para controlar este fenómeno efervescente y, según parece, imparable.