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Y si el niño no quiere dormir?¿Qué hacemos?

Y si el niño no quiere dormir?¿Qué hacemos?

La hora de dormir se convierte en una pequeña batalla entre padres e hijos. Los niños a menudo, y por diferentes razones, se resisten a meterse en su cama, lo que produce desesperación en los papás, que no saben a menudo cómo reaccionar, llegándose a sentirse impotentes o incluso desesperados.

 Las razones para esta negativa son distintas.  Veamos algunas de ellas y sus posibles soluciones:

-Muchos niños temen irse a dormir porque se trata de un espacio de tiempo que deben pasar solos y a oscuras, lo que les resulta cuanto menos inquietante, utilizando cualquier estrategia a su alcance para evitarlo. Como solución, los especialistas aconsejan estar pendientes del niño de forma especial cuando llega el momento de coger el sueño: acompañarle a la cama, charlar un rato con él en su habitación y estar presentes, con la luz encendida, hasta que concilie el sueño. De esa forma se encontrará más seguro y protegido.

-También hay niños que simplemente no desean perder el tiempo en la cama tras descubrir lo bien que lo pasan jugando, investigando o curioseando. Otra teoría es aquella por la que se resisten a irse a la cama como castigo. Para contrarrestar esta sensación se aconseja intentar razonar con él para explicarle que si no duerme bien, al día siguiente no podrá jugar porque no tendrá fuerzas. Además, los sueños también le sirven para descubrir cosas nuevas

-Otra teoría que explica su resistencia a la hora de dormir es plantearlo como una estrategia para castigar a los padres. Algunos niños lo hacen cuando sufren alteraciones del apego, es decir, del vínculo afectivo que se establece entre la madre o el padre y el pequeño. Si, por ejemplo, mamá vuelve a trabajar tras dos años dedicada en exclusiva a su hijo, este entiende que ahora no la tiene sólo para él.

Para solucionar esta posible casusa como padres deberéis transmitirle y convencer de que siempre estáis pendientes de él. Lo que calma a los niños son las situaciones afectivas normales, por lo que, en lo posible, es bueno que siga siendo la madre quien le acueste si hasta ahora venía siendo así. También ayudará estar con él todo el tiempo que os lo permitan vuestras obligaciones, de forma que el pequeño perciba que nadie se ha desentendido de él. De cualquier forma, en este tipo de casos la situación suele resolverse pasadas unas semanas, cuando se habitúe a la nueva rutina.

 No querer irse a la cama también puede deberse a la ausencia de límites. Un niño al que se le permita hace todo lo que quiere y cuando quiere, no entiende por qué ha de acostarse cuando sus padres lo digan. Esta causa es menos frecuente, pero posible. Lo mejor en estos casos es aplicar el sentido común. No hay que tomar medidas drásticas: inculcar unas rutinas estables generalmente soluciona el problema.